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Cuentos encantados

Cuentos encantados

Maravillosos cuentos que tus hijos querrán escuchar una y otra vez. Cuentos tradicionales y nuevos cuentos creados por nosotras con los que tus peques alucinarán.

Author: Cartas Encantadas

52 Episodes !

Capítulo especial

2020/3/11

02:12

Buenos días amigos, hoy publicamos este capítulo especial del podcast para traeros buenas noticias. Cómo sabéis, nuestra primera temporada del podcast ya llegó a su fin y muchos de vosotros nos habéis transmitido vuestros deseos de seguir disfrutando de nuestros cuentos.

50. La reina de las nieves

2020/1/27

14:22

Esta bonita historia es una leyenda que una vecina contaba a los niños hace muuchos años, estad muy atentos y esperamos que os guste. Ha sido un compartir estos 5 meses de cuentos con todos vosotros, comenzamos un nuevo camino, si nos dejéis, también de vuestra mano :)

49. Los zapatos rojos

2020/1/22

09:03

Había una vez una niña muy pobre que se llamaba Karen. Vivía con su familia pero no tenían dinero para comprar ropa o zapatos nuevos, así que Karen sólo tenía unos viejos zuecos que le hacían mucho daño, así que casi siempre iba descalza. En el centro del pueblito en el que vivían Karen y su familia, había una anciana zapatera que, un día que le vio descalza con los pies sucios y dañados, le hizo un par de zapatitos con unos pedazos de tela roja que le sobraron de hacer unas botas. A Karen le encantaron Muchísimas gracias señora -se lo compensaré (...)

48. El lobo y los 7 cabritillos

2020/1/20

09:01

Érase una vez una orgullosa mamá caba, que junto a su marido había criado a sie-te hermosos cabritillos. Cada uno con su color y peculiaridad propios, pero igual de suaves y bonitos. Un día, mientras papá cabra trabajaba, mama cabra tuvo que salir a la ciudad a hacer recados, dejando a sus siete hijitos solos en casa. - Escuchad hijos míos, debo ir al pueblo a buscar comida para vosotros. Sed buenos y, sobre todo, no abráis la puerta a nadie que no sea yo. - ¡Sí mamá! - gritaron los siete al unísono (...)

47. El palacio encantado

2020/1/15

17:06

Había una vez, hace muchos años, un precioso reino con un enorme y maravilloso palacio. En él vivía un rey, una reina y sus tres hijas; la preciosas y jóvenes princesas. El palacio era conocido y admirado por las maravillosas fiestas que allí se celebraban. Todo el mundo hablaba de lo divertidas y bonitas que eran esas fiestas. El jardín se iluminaba con cientos de farolillos, la música era sensacional y la comida que allí servían era deliciosa. La más joven de las princesas estaba deseando asistir a alguna de aquellas fiestas. Sin embargo, cómo todavía era pequeña debía acostarse pronto. (...)

46. El príncipe rana

2020/1/13

11:20

Érase una vez un rey que tenía cuatro hijas. Todas eran encantadoras, pero la más pequeña era la más bella y traviesa. Cada tarde, salía al jardín del palacio, y se dedicaba a corretear sin parar de aquí para allá, cazaba mariposas y trepaba por los árboles. Un día que se sentía cansada de tanto jugar, se sentó a la sombra junto al pozo de agua que había al final del jardín de su palacio, y se puso a juguetear con una figurita de oro en forma de corazón que siempre llevaba a todas partes. Pero estaba tan cansada y hacía tanto calor, que la figura resbaló de sus deditos y rebotó hasta caerse al profundo y oscuro agujero del pozo. Y muy triste, la princesa comenzó a llorar. (...)

45. Simbad el marino

2020/1/8

12:59

Érase una vez en la ciudad de Bagdad, un joven muy humilde llamado Simbad que cada día se encargaba de llevar de un sitio a otro unos paquetes muy pesados en barco, ganándose así el apodo de “el Marino”. Simbad llevaba una sencilla ya que no tenía mucho dinero. Vivía en una casa muy humilde de las afueras de la ciudad, y sus ropajes no eran precisamente los de un noble. Por ello, cada mañana iba al río a contarle al viento todas sus lamentaciones. Una mañana, mientras Simbad miraba su reflejo en las aguas, deseando ser más rico y poseer más tesoros, un hombre muy rico y conocido de la zona escuchó sus lamentaciones, y muy amablemente le invitó a cenar a su mansión. (...)

44. Noche de Reyes

2020/1/6

12:43

La noche del 5 de Enero hacía mucho frío en San Sebastián; A pesar de que era más de medianoche, Clarita y Guille seguían despiertos. -Mamá nos ha dicho que tenemos que dormirnos pronto esta noche -Ya lo sé Guille pero estoy muy nerviosa y no puedo dormirme, esta noche vienen los Reyes! ¿Porqué no bajamos al salón y les esperamos escondidos? No tienes muchas ganas de verles? -pues sí… vamos Clarita! Los niños bajaron en silencio, pasaron de puntillas junto a la habitación de sus padres y se escondieron detrás del sofá rojo. Entre risas, permanecieron allí jugando a las adivinanzas, ahogando sus risas para no ser descubiertos. (...)

43. El patito feo

2020/1/1

11:51

Como cada año, todos los habitantes de la granja esperaban el gran acontecimiento: el nacimiento de los polluelos de mamá pata. Caballos, conejos, cabras y gallinas llevaban durante días yendo a visitar a mamá pata que incubaba con mucho cuidado todos sus huevitos. ¡Los polluelos podían llegar en cualquier momento! Y por fin llegó el gran día. Era un sábado caluroso de verano. To-dos los animalitos de la granja había ido a visitar a mamá pata co-mo siempre, cuando de repente, escucharon el sonido que indicaba que los polluelos iban a nacer. (...)

42. El flautista de Hamelin

2019/12/30

10:18

Hace mucho mucho tiempo, había en el norte de Alemania una ciudad llamada Hamelin. Era una ciudad preciosa rodeada por murallas, y muy prospera, ya que en su centro había un puerto al que gente de todo el mundo iba a comerciar. Todo era maravilloso hasta que, un día, la ciudad se vio atacada por una plaga de ratas. Había tantas, que se subían a las cunas para morder a los niños, perseguían a los gatos y robaban los quesos de las despensas para luego comérselos. Metían los hocicos en todas las comidas, roían las ropas tendidas de la gente, y hasta agujereaban las fachadas de los monumentos más importantes de la ciudad. La vida en Hamelin se había vuelto insoportable, y los ciudadanos estaban (...)

41. La aventura de los renos

2019/12/25

15:31

Era una fría noche de noviembre en el Polo Norte, la casa de Papá Noel en medio de una inmensa nevada se veía preciosa entre los pinos. Todas las luces del exterior estaban encendidas y, dentro, los elfos corrían de un lado para otro del gran salón principal. Sentado en su viejo sillón, cerca de la chimenea se encontraba Nicolás. Ese era su verdadero nombre, aunque para todos siempre había sido Papá Noel. Su magia le permitía cumplir los deseos de todos los niños del mundo y él no podía ser más feliz. Le gustaba tocarse su larga barba blanca mientras se colocaba las redondas gafas en su respingona nariz. -Mmmm, veo que todo está en marcha. Este año estoy recibiendo más cartas que nunca, vamos a necesitar más sacos para el trineo. (...) Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado

40. Aladino y la lámpara maravillosa

2019/12/23

09:11

La leyenda de Aladin comienza en el Lejano Oriente, hace muchos años. En la plaza de una ciudad, un muchacho muy listo y hábilidoso se pasaba todo el día buscando comida para él y para su madre. Una tarde, se le acercó un señor de aspecto elegante: “Aladin. Aunque no me reconozcas, yo soy tu tío. Todos estos años me encontraba navegando por los mares y he llegado a acumular una gran riqueza, ahora quiero ayudarte a ti y a tu madre. Ven conmigo”. (...)

39. El hada Catalina

2019/12/18

12:54

Había una vez un precioso bosque encantado en el que vivía una familia de hadas. La más pequeña de todas era Catalina, un hada muy simpática y amable y sobre todo muy curiosa. Catalina se pasaba el día jugando en aquel bosque. Le encantaba jugar al escondite y se sabía todos los lugares posibles para esconderse: los huecos de los árboles, los arbustos más frondosos, las hierbas más altas… En aquel bosque todo era felicidad; Los animales vivían en paz, los unicornios podían correr felices en libertad y las hadas podían volar sin miedo a ser atrapadas. (...)

38. Olentzero y el árbol mágico

2019/12/16

13:04

En este cuento Olentzero, los niños del valle y un montón de animales tienen que recuperar el árbol mágico que un malvado señor ha robado del jardín de Olentzero. Disfruta de esta aventura con final feliz, un día Olentzero se da cuenta que alguien ha robado el árbol donde los niños piden sus juguetes...

37. Las habichuelas mágicas

2019/12/11

15:31

Un cuento querido por todos los niños, una preciosa historia sobre un niño y un ogro... Había una vez una pobre viuda que vivía en una pequeña cabaña, sola con su joven hijo Jack. Eran muy pobres y lo único que tenían era una vaca, aunque se trataba de la mejor vaca de toda la comarca, daba siempre buena leche fresca para ella y el muchacho. Un día la viuda se puso enferma y tuvo que reposar en la cama lo que le impedía poder trabajar en la huerta y poder traer alimentos a casa. Entonces, ella y Jack empezaron a pasar hambre y decidieron vender la vaca para sobrevivir. Un día en que había feria en el pueblo, Jack se ofreció a llevar la vaca al mercado para venderla. La viuda esperaba vivir varios meses con los víveres y las semillas que les darían a cambio del animal y dejó ir a su hijo. Jack salió temprano, pues la feria se encontraba lejos. En medio del camino, se encontró con un hombre extraño que quiso saber por qué iba el joven con una vaca atada y con tanta prisa. —Voy al mercado a vender la vaca para que mi madre y yo podamos sobrevivir con lo que nos den por ella. —Entonces, tengo una maravillosa propuesta para hacerte —le dijo el anciano mientras le mostraba algo que tenía en la palma de su mano Te cambio estas semillas de habichuelas por la vaca, son habichuelas mágicas, crecerán de la noche a la mañana y darán la planta de habichuelas más grande que hayas visto, con ella no pasarás más hambre ni te faltará nada. Jack se entusiasmó con la idea de la planta maravillosa y le aceptó el cambio. Cuando ya estaba atardeciendo Jack regresó a su casa. Su madre se sorprendió de que hubiera vuelto tan pronto, pero como no vio la vaca creyó que había podido venderla. Cuando Jack le contó que la había cambiado por las habichuelas se enfado mucho con el muchacho: — ¿Cómo te has dejado engañar por un desconocido?. ¿Te das cuenta de que ahora no tenemos nada?¡Ve a acostarte sin comer! —le gritó mientras tiraba las semillas de habichuela por la ventana. Jack se fue muy triste a dormir. Durante esa noche soñó que las semillas del jardín crecían y sacudían su casa. El tallo de la planta de habichuelas crecía y crecía tan grande que golpeaba su ventana… Cuando el muchacho se despertó descubrió que el sueño era realidad, desde su ventana vio una enorme planta que subía hasta el cielo y se perdía entre las nubes. Antes de que su madre pudiera llamarlo, se escapó por la ventana y comenzó a trepar por la enorme planta. Subió y subió, y subió y subió, hasta pasar las nubes. Allí descubrió que la planta terminaba en un extraño país. Cerca, sobre una colina blanca, se levantaba un enorme castillo. Jack se acercó al castillo. En la puerta estaba parada una enorme mujer que lo miraba sorprendida. Cuando estuvo casi debajo de ella, Jack le preguntó quién vivía en el castillo. La mujer le dijo que era la casa de su esposo, un malvado ogro. Jack tenía mucha, mucha hambre y, de manera muy amable, le preguntó si podía comer algo antes de volver a bajar por la gigantesca planta. La mujer se enterneció por las palabras del joven y lo dejó pasar, le dio de tomar un poco de leche y un pedazo de pan. Cuando Jack estaba disfrutando de la comida sintieron un fuerte temblor en el desayuno. ¡Pum, pum, pum! - Es mi marido, el ogro, dijo la mujer. Corre escóndete aquí en el horno. A mi marido le encanta comer niños. Jack se quedó helado de miedo y no pudo comer más. —¡Viene muy hambriento. Si te encuentra, te desayunará! —le dijo de la manera más tierna posible para una gigante como ella. Cuando llegó el ogro, le pidió a su mujer la comida del día y se sentó a devorarla. Pero antes de probar bocado se detuvo y comenzó a oler el aire y a resoplar: —Fa… Fe… Fi… Fo… Fuuu, huelo a carne de niño. ¿No tienes escondido por ahí alguno que pueda comer como pan? La mujer le contestó que el olor era de la comida de la noche anterior porque no había tenido tiempo de limpiar el horno. Después de comer, el ogro se tiró a dormir y Jack aprovechó para salir. Despacio, de puntillas, se acercó a la puerta, pero no salió enseguida, porque vio que en la sala el ogro había muchos tesoros. Se quedó maravillado al ver sacos con monedas de oro, estatuas y jarrones de oro… Entre todo lo que había, a Jack le llamó la atención una gallina que ponía huevos de oro y una pequeña arpa, también de oro, que se tocaba sola. Antes de irse decidió llevarse una bolsa llena de monedas. Quería dársela a su madre para compensar el no haber vendido la vaca. Así que el joven Jack salió de la habitación con la bolsa y sin hacer ruido. Al salir de la sala corrió hasta llegar a la planta y comenzó a bajar. Bajó y bajó durante mucho rato y finalmente llegó al jardín de su casa. Allí lo esperaba su madre muy preocupada. Jack le contó su aventura en el país de los gigantes y le dio la bolsa. Con ese oro vivieron bien por un tiempo hasta que se les acabó el dinero y volvió a faltarles el alimento. Jack recordaba todos los tesoros que el gigante tenía en su habitación y decidió volver a visitar el castillo del Ogro. Así que una hermosa mañana de verano Jack volvió a subir por la planta. Subió y subió y subió por el tallo de las habichuelas hasta llegar de nuevo al país de los gigantes. El muchacho se dirigió al castillo del ogro. Nuevamente encontró parada en la puerta a su enorme mujer que lo miraba más que sorprendida. Cuando estuvo casi debajo de ella, Jack le preguntó si el ogro estaba en el castillo. La mujer le respondió: —Mejor es que te marches, muchacho, sabes que a mi esposo le gusta comer niños en el desayuno y está por venir. Jack, de manera muy amable, le preguntó si podía comer algo antes de volver a bajar por la gigantesca planta. La mujer se volvió a enternecer por los modales del joven y lo dejó pasar, le dio de tomar un poco de leche de cabra y un bollito. ¡Pum, pum, pum! Jack dejó de comer y se escondió en el horno. Cuando llegó el ogro, le pidió a su mujer la comida del día y se sentó a devorarla. Pero antes de probar bocado, se detuvo y comenzó a oler el aire y a resoplar: –Fa… Fe… Fi… Fo… Fuuu, huelo a carne de niño. ¿No tienes escondido por ahí alguno que pueda comer como pan? La mujer le contestó que el olor era de la comida del día anterior. Después de comer, el ogro se tiró a dormir y Jack aprovechó para salir. Despacio, de puntillas, se acercó a la sala de los tesoros, quería llevarse la gallina de los huevos de oro. La tomó y salió rápido hacia su casa. Bajó, bajó y bajó hasta llegar a su jardín, allí lo esperaba su madre que se sorprendió del maravilloso regalo. —Con sus huevos no tendremos más necesidades —comentó muy contenta su madre. Y era cierto…, Sin embargo Jack no estaba tranquilo, quería volver al país de los gigantes para llevarse el arpa mágica. Una pequeña arpa de cuerdas de oro que se tocaba sola. Así, a la mañana siguiente, se levantó temprano; salió por la ventana de su cuarto y subió, subió y subió por el tallo de habichuelas hasta llegar al país de los gigantes. Muy apurado se encaminó al castillo del ogro. Nuevamente encontró parada en la puerta a su enorme mujer que lo miraba sorprendidísima. Cuando estuvo casi debajo de ella, Jack le preguntó si el ogro estaba en el castillo. La mujer le respondió: —Mejor es que te marches, muchacho, como bien sabes, a mi esposo le gusta comer niños en el desayuno y está por venir. Jack, muy amable como siempre, le preguntó si podía comer algo antes de volver a bajar por la gigantesca planta. La mujer, que no dejaba de enternecerse por la forma de ser del joven, lo dejó pasar. Le dio de tomar un vasito de leche de cabra y una rebanada de pan. Cuando Jack estaba disfrutando de la comida sintieron un fuerte temblor: ¡Pum, pum, pum! Jack dejó de comer y se escondió, por tercera vez, en el horno. Cuando llegó, el ogro le pidió a su mujer la comida del día y se sentó a devorarla. Pero antes de probar bocado se detuvo y comenzó a oler el aire y a resoplar: —Fa… Fe… Fi… Fo… Fuuu, huelo a carne de niño. ¿No tienes escondido por ahí alguno que pueda comer como pan? —Es el olor de la comida de ayer —le contestó la mujer que no sabía inventar otra excusa a su marido Después de comer, el ogro le pidió a su mujer que le trajera su arpa. Una vez que tuvo el arpa cerca el Ogro le ordenó: canta! El arpa comenzó a hacer sonar sus cuerdas de forma mágica y el ogro poco a poco se fue durmiendo con la música En ese momento, Jack aprovechó para salir. Despacio y de puntillas se acercó al ogro, que roncaba como un trueno, para llevarse el arpa. Al igual que las dos veces anteriores, tomó el tesoro y se encaminó a la puerta. Pero el arpa comenzó a sonar llamando a su amo, pues no quería ser robada por un extraño hombrecillo y comenzó a gritar con voz metálica y muy fuerte: —¡Eh, señor amo, despierte usted, que me roban! Se despertó sobresaltado el ogro mientras seguían oyéndose los gritos acusadores: —¡Señor amo, que me roban! Jack corría con el arpa en la mano. Como al ogro le costó trabajo entender lo que sucedía, le dio alguna ventaja al joven en la carrera. Jack empezó a bajar por la planta. Bajó, bajó y bajó, pero de pronto la planta de habichuelas comenzó a sacudirse terriblemente y el ogro empezó también a bajar por ella persiguiendo a Jack. Antes de llegar a su jardín, Jack le gritó a su madre para perdirle que le trajese el hacha. La madre al ver lo que pasaba obedeció rápidamente. Jack comenzó a cortar el tallo de la planta con el hacha. El ogro seguía bajando y ya se podía verlo, aterrador y enfurecido, descolgándose de entre las nubes. En ese momento, el tallo se partió en dos y la planta se rompió. El ogro que era grande y pesaba mucho cayó en la tierra y se hundió mientras dejaba un hoyo inmenso y sin fondo. Nunca más nadie lo volvió a ver. A partir de ese momento Jack y su madre no volvieron a ser pobres y vivieron para siempre con los huevos de oro que les daba la gallina. Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado.

36. Federico y el árbol de Navidad

2019/12/9

15:02

Una nueva historia de nuestro amigo Federico, el paje favorito de los Reyes Magos... Faltaban un par de semanas para Navidad y Federico estaba muy contento. Siempre le había encantado la Navidad. Era su época del año preferida y aunque en el palacio de los Reyes Magos había mucho trabajo (todos los pajes trabajaban sin parar en la fábrica de juguetes y envolviendo regalos) siempre había tiempo para la diversión. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado

35. la princesa y el guisante

2019/12/4

10:42

Este cuento narra la historia de una auténtica princesa y un pequeño guisante... Hace mucho tiempo, en un muy reino lejano, vivía un joven príncipe al que nunca le faltaba de nada. Pero éste no era un príncipe feliz, ya que, a pesar de que tenía todas las tierras que deseaba, todos los juguetes y todos los manjares, no lograba encontrar una verdadera princesa con quien casarse. - ¡Eres demasiado exigente! - le decía siempre su madre la reina - ya has conocido a todas las princesas hermosas, inteligentes y encantadoras del mundo, pero ninguna te ha hecho verdaderamente feliz. - Lo sé mamá, gracias por presentarme a cada una de ellas - respondía tristemente el príncipe - pero es muy difícil encontrar una verdadera princesa. Aun así, estoy seguro de que algún día la encontraré. Quitando el hecho de que ya había conocido a todas las princesas de los reinos cercanos, y que cada día estaba más y más triste, en lo más profundo de su corazón, el príncipe intuía que en alguna parte, antes o después, la encontraría. Prometió nunca jamas dejar de buscarla. - He conocido muchas jóvenes que se dicen princesas - explicaba - ¡Altas, bajas, grandes, pequeñas, rubias y morenas! El mundo entero las llama princesas. Algunas son muy hermosas sí, otras son muy inteligentes. Muchas son encantadoras…..Pero con ninguna he sentido la magia y el amor. Pasaron los días, las semanas y los meses, y el príncipe navegó por los mares del mundo en busca de su novia perfecta. Visitó palacios en Persia y Perú, castillos en China y España. Pero no encontró a su media naranja, así que sin darse cuenta, dejó pasar el tiempo y para cuando volvió a su país, el otoño estaba ya dando paso a un invierno frío y gris. Una noche, poco después de su regreso, una tormenta sorprendió al reino. Los truenos y relámpagos se oían y veían a kilómetros de distancia, y un viento helado se colaba por las ventanas y puertas de palacio congelando todos sus rincones. El príncipe se había ido a dormir, mientras el rey y la reina leían en la planta baja, cuando el viejo rey sintió un escalofrío y acercó su silla al fuego. - Me alegro de estar aquí bien abrigado. Sentiría mucho que alguno de los habitantes de mi reino se encontrara en la calle con este tiempo. No había terminado de decir esto cuando se oyó un fuerte golpe en la puerta. El rey se apresuró hacia la entrada, quitó todos los cerrojos y abrió. Una ráfaga de viento llenó el vestíbulo de lluvia, mientras un relámpago iluminaba el rostro de una niña. - ¡Dios mío! ¿Quién eres tú? - dijo el rey temblando de frío - ¡Oh, pobre niña! Allí, en la puerta, en medio de la tormenta, se encontraba una hermosa joven de largos cabellos dorados que chorreaban sobre sus hombros. Su vestido estaba empapado y sus zapatos cubiertos de barro. - Soy una princesa - respondió con voz dulce - un rayo cayó sobre mi carruaje haciendo que me cayera y perdiera el camino de vuelta a casa - Sí, sí, pequeña, por supuesto que lo eres - sonrió el rey incrédulamente - será mejor que entres; aunque jamás he visto que una princesa se perdiera en nuestro reino durante una gran tormenta. La reina, que no podía dejar que la muchacha durmiera en la calle, pero que tampoco creía que fuese una princesa, urdió un plan junto a sus doncellas para averiguarlo. Primero quitaron toda la ropa de la cama de una de las habitaciones para huéspedes. Luego, colocaron un guisante seco debajo del colchón. Vaciaron todos los armarios del palacio hasta que reunieron otros veinte colchones, y uno sobre otro los colocaron encima del guisante. Había colchones de todos los colores y tejidos, de todas las formas y tamaños, y cualquiera de ellos era suficientemente grueso como para que una persona normal pudiera dormir como en una nube. - Ya está - dijo la reina conduciendo a la jovencita a su nueva habitación - Estoy segura de que pasarás una buena noche. La niña subió a la cama con la ayuda de una escalera y se puso un camisón. Durante las primeras horas de la noche, la joven no paró de dar vueltas, en la mitad de la noche, la joven comenzó dar volteretas, y al final de la noche, la chiquilla acabó durmiendo en el suelo. - Debe de ser por la tormenta - pensó A la mañana siguiente, cuando la bella huésped bajó a desayunar, la reina sonrió para sus adentros creyendo que esta había dormido plácidamente. - ¿Cómo ha dormido mi querida princesa? - le preguntó mientras la joven se sentaba a la mesa. - Lamento deciros que no he dormido nada bien - respondió - Siento parecer descortés, pero es que aun con todos esos colchones me sentía muy incómoda. - Es imposible - dijo el rey - ¡Te dimos la mejor cama de todo el palacio! - No hay manera - pensó la reina - La joven se sonrojó, temiendo haberse mostrado desagradecida. - Siento mucho ofenderles mis señores, no es mi intención, pero sentía como si durmiera sobre una aguja, no he podido parar de dar vueltas, y al despertar, tenía toda la espalda llena de moratones. La reina apenas podía creer lo que estaba oyendo, su plan maestro había fallado, pues se trataba de un guisante mágico. Aquel guisante provenía de un reino muy lejano habitado por hadas y garantizaba descubrir en una sola noche si la persona que dormía sobre él decía la verdad o era una mera impostora. La reina, convencida del todo con esta prueba exclamó: - ¡Entonces eres una princesa de verdad! - dijo abrazando a la muchacha - Sólo una persona de sangre real puede tener una piel tan delicada y sensible como para notar el guisante mágico, y más si está escondido bajo más de veinte colchones. - Os lo dije mis señores - sonrío la princesa - En ese momento, el príncipe que no se había enterado de nada, bajo a desayunar y, sin a penas mirar durante un segundo los ojos verdes y los cabellos de oro de aquella princesa, supo en un instante que se trataba de la elegida. - Amada mía - exclamó - El joven supo que era la muchacha con la que había soñado hasta ahora y con la que debía casarse. No necesitaba presentación, ni colchones ni guisantes, su corazón tenía la respuesta: Era la elegida. Los jóvenes se enamoraron profundamente y vivieron felices y comieron perdices para siempre. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

34. La fábrica de juguetes

2019/12/2

16:59

Un maravilloso cuento nuevo sobre la fábrica de juguetes más increíble y mágica del mundo... Había comenzado el otoño. En el exterior del Palacio de Oriente, los vientos azotaban las palmeras y la enorme piscina comenzaba a llenarse de hojas arrastradas de algunos árboles del jardín. En el gran ventanal del salón real se encontraba absorto Melchor, el mayor de los Reyes Magos. Su gran melena blanca sujetaba una regia corona de oro y rubís y sus ojos azules sonreían mirando al exterior: (...) Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

33. Alibabá y los 40 ladrones

2019/11/27

14:56

Este cuento trata sobre la famosa cueva de Alíbabá y cómo consiguió vencer a 40 ladrones... Hace mucho tiempo, en una lejana aldea, en el desierto persa, vivían dos hermanos huérfanos muy pobres. El mayor de ellos era Kassim y el pequeño Alí Babá. Aunque siempre habían sido muy pobres, Kassim odiaba trabajar y esforzarse pero en cambio soñaba con ser rico y tener mucho dinero. Como era muy ambicioso, estaba decidido a hacer lo que fuera para conseguir su propósito. Un día conoció a una muchacha adinerada y decidió casarse con ella para así poder tener una vida de riqueza, como siempre había soñado. Así era Kassim, pero Alí Babá era muy diferente. Él odiaba aprovecharse de la gente, era muy honrado y trabajador. Se ganaba la vida humildemente trabajando como leñador y todo el mundo le quería por su buen corazón. Tanto era así que a diario recibía buenas propinas que iba guardando y ahorrando pensando en el futuro. Con el tiempo, consiguió ahorrar suficiente dinero para poder comprar un burro para cargar más leña, y así poder granar más dinero y mejorar su posición.... Poco a poco fue acumulando más y más monedas hasta hacerse con un total de tres burritos, que le hicieron incrementar sus venta de leña cada vez más. Los otros leñadores admiraban a Alí Babá por su gran esfuerzo y honradez. Sin embargo, algunos también le tenían envidia al ver como su negocio crecía y cada vez vendía más y más leña. Un día, mientras Alí Babá cortaba leña en lo más profundo del bosque con sus tres asnos pastando alrededor, oyó un gran ruido en la oscuridad. Al principio, Alí Babá no le dio importancia, sin embargo, cuando se quiso dar cuenta sus asnos habían desaparecido. - ¡Amín, Jamal, Tarek! ¿Donde estáis? - gritó Ali preocupado Pero no obtuvo respuesta. Muy asustado por ellos, Alí Babá trepó a un árbol para intentar ver dónde se habían metido los asnos. Le costó subir debido a su larga túnica, pero desde lo alto del árbol pudo ver a un grupo de maleantes que se acercaban a caballo y que pararon justo al pie del árbol donde él estaba. - No puedo moverme, si me ven me robarán y se llevarán mi saco de monedas - pensó Alí Babá aguantando la respiración Afortunadamente, a pesar de que casi pierde el equilibrio, ellos no le vieron, pues permanecía oculto entre las ramas. Los maleantes ataron sus caballos al árbol, e iniciaron su camino a pie cargando con unos sacos muy pesados. Según se alejaban Alí Babá los contó: ¡Había un total de cuarenta! Ali quería bajar del árbol, pero con los maleantes por allí, corría peligro, así que decidió esperar en lo alto de aquel árbol hasta que estuviesen lo suficientemente lejos como par no oírle descender de aquel árbol. Les siguió con la mirada, y pudo ver cómo un poco más adelante los cuarenta maleantes se detenían frente a una roca. - ¡Ábrete, sésamo! - gritó uno de ellos - Y la inmensa roca se abrió. Ali Babá no podía creer lo que estaba viendo. Los maleantes entraron uno a uno cargados con sus grandes sacos, los vaciaron y salieron de allí. - ¡Sésamo, ciérrate! - dijo otro de ellos - Y la inmensa roca volvió a su sitio. Alibaba aguardaba subido todavía en el árbol, hasta que los 40 ladrones volvieron a montarse en sus caballos y se alejaron cabalgando. Durante un largo rato, el chico permaneció subido en el árbol. No se atrevía a bajar por si los hombres regresaban. Finalmente, se decidió y bajo con cuidado. - Debe haber un gran tesoro ahí dentro -se dijo. Tras pensárselo durante unos minutos, el chico se acercó a la roca y dijo: - ¡Ábrete, Sésamo! -Y la roca se abrió. Alí tenía miedo de entrar, pero finalmente decidió adentrarse en la gruta. Entró y sin que él se diese cuenta, la roca se cerró sin hacer ruido. Telas de seda, oro, plata, centenares de monedas y piedras preciosas... La gruta estaba llena de tesoros. Ali jamás había visto tanta riqueza en su vida, quedó maravillado. Enseguida se dio cuenta de que todas esas riquezas las habían puesto allí esos malvados ladrones y decidió pagarles con su misma moneda. Llenó tres sacos con monedas y se fue. Abrió la roca con las palabras mágicas y con las palabras mágicas también la cerró. Ya fuera de la cueva, Alí llamó a sus burritos, los cargó con los sacos llenos de monedas y puso rumbo a casa. Pero cuando llegó, encontró la puerta cerrada. Le pareció un poco raro, pero decidió probar la fórmula mágica que le había ayudado a entrar en la gruta. “Ábrete, sésamo”, dijo Ali, y la puerta se abrió. Para cerrarla, utilizó las palabras “sésamo, ciérrate”, y la puerta se cerró. - ¿Como has entrado aquí? - preguntó su mujer extrañada al verle dentro de casa - yo misma he cerrado la puerta para que no pudiesen entrar Ladrones. Él no quiso contestar por miedo a que su mujer se asustara, pero al enseñarle los sacos, ella supo inmediatamente que solo podían conseguirse tantas monedas de oro robando, y comenzó a llorar desesperada, triste porque su marido había dejado de ser una buena persona para convertirse en un ladrón. - No llores, querida - dijo Ali - si paras, te contaré como los he conseguido. Y así lo hizo. Ali le contó toda la historia de los ladrones, de cómo habían abierto la puerta de la gruta mágicamente y de todos los tesoros que guardaban allí. Más tranquila, quiso contar todas las monedas que había traído su esposo, y como eran tantas, le pidió ayuda a al mujer de Kassim, que se quedó completamente sorprendida al ver la cantidad de oro que poseía Alí babá. No tardo en contárselo a Kassim, que cegado por la codicia fue a visitar a su hermano ese mismo día. - Ali, mi mujer me ha dicho que tienes muchas monedas, como hermano tuyo... merezco una parte, ¿verdad? - Puedo darte la mitad Kassim, ni una moneda más. El hermano mayor, que solo podía mirar el reluciente color de las monedas, le dijo: - ¿Cómo has conseguido todas estas monedas, hermano? Ali Babà acabó contándole el secreto a Kassim, al fin y al cabo era su hermano y no quería mentirle. Aunque al mismo tiempo sabía que su hermano era muy ambicioso y egoísta y no confíala del todo en él. Como era de esperar, esa misma noche, Kassim acudió a la gruta y pronunció las palabras que Alí Babá le había dicho: - ¡Ábrete Sésamo! Dentro de la gruta quedó maravillado ante tanta riqueza y sin pensárselo dos veces cargó decenas de enormes sacos. Kassim llenó los sacos todo lo que pudo y, cuando iba a salir vio que la puerta estaba cerrada. De pronto se dio cuenta de que había olvidado las palabras mágicas… ¡No podía salir! Tras un rato intentando recordar, escuchó como se oían ruidos fuera de la cueva. Eran los ladrones que volvían para traer más tesoros. Desesperado, Kassim se escondió como pudo entre unas monedas. Los ladrones entraron y empezaron a descargar enormes baúles en la cueva. De pronto, uno de ellos exclamó:- ¡ladrón! -le habían pillado. Kassim intentó huir, pero los ladrones lo metieron en un enorme baúl y lo cerraron con candado con la intención de dejarlo encerrado en la cueva para siempre. Al ver que no volvía, Alí Babá se temió lo peor y fue en busca de su hermano. Dijo las palabras mágicas y al entrar oyó la voz de su hermano pidiendo auxilio. Los gritos venían de un gran baúl cerrado con un gran candado. Alí rompió la cadena con su hacha de leñador y sacó a su hermano de la cueva. Ambos se alejaron corriendo en dirección a casa de Ali Babá, donde se escondería Kassim. Los ladrones no tardaron en regresar. Cuando vieron que Kassim había escapado salieron a buscarlo. Pronto llegaron al pueblo y se encontraron con uno de los leñadores envidiosos al que ofrecieron varias monedas de oro a cambio de que les indicase donde estaba escondido Kassim. El vecino accedió y les llevó hasta la casa de Ali Babá. Para entrar, los ladrones trazaron un plan: Uno de ellos se haría pasar por vendedor de aceite y llevaría varias tinajas y en cada una de ellas, en vez de aceite, iría escondido un ladrón. Así, disfrazado de vendedor, el ladrón llamó a la puerta de Ali Babá: - Necesito ayuda, me he perdido y estoy buscando un lugar donde pasar la noche y guardar mis tinajas de aceite. Ali Babá, que nunca había perdido su bondad interior, dejó entrar al comerciante, sin saber que dentro de cada tinaja había en realidad un ladrón escondido y que al caer la noche saldrían en busca de Kassim. El plan casi funciona, pero justo antes de que los ladrones saliesen para apresar a Kassim, la mujer de Ali baba acudió a por un poco de aceite y al abrir la tapa de una de las tinajas vio al ladrón escondido. Sin pensárselo dos veces le golpeó en la cabeza con el cucharón de la sopa dejándolo inconsciente. Así, hizo lo mismo con cada uno de los ladrones e inmediatamente le contó lo sucedido a Ali Babá, quien llamó a la policía. Al llegar la policía encontró a todos los ladrones desmayados en las tinajas y uno a uno se llevaron a todos a la cárcel. Una vez pasado el peligro, los hermanos volvieron a la cueva de los ladrones y poco a poco consiguieron sacar todo el tesoro, que decidieron repartir entre los vecinos más pobres del pueblo. Kassim, había aprendido la lección y dejó de ser tan egoísta y avaricioso. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

32. Rodolfo, el reno favorito de PapáNoel

2019/11/25

13:58

Esta es la historia de Rodolfo, el reno favorito de PapáNoel... Esta es la historia de cómo Papá Noel encontró a Rodolfo, su reno favorito y el último en unirse a su familia. Dejad que os la cuente: Papá Noel se despertó eufórico esa mañana. Por fin había llegado el día: El calendario marcaba 24 de diciembre! Esa noche iba a hacer felices a millones de niños en todo el mundo. Sí, sin duda era su noche favorita del año. Con una enorme sonrisa, se dirigió a la cocina ¡Qué bien olía! -Mmmmm Mamá Noel ¿Qué estás haciendo tan temprano? ¡Huele delicioso! -Buenos días, querido. No podía dormir más. Hoy es el gran día y tenemos que cargar todos los regalos en los sacos mágicos. Así que he pensado que nos vendría bien un buen desayuno. Mamá Noel era la persona más organizada del mundo entero. Era cariñosa, muy lista y trabajadora y siempre se preocupaba del bienestar de todos. Los elfos y Papá Noel eran felices con ella. Además, preparaba la agenda de cada año de trabajo para que la fábrica funcionara a pleno rendimiento y todos tuvieran su misión especial en casa de PapáNöel. Cuidaba de todos y era una amante de las plantas y las estrellas. -He preparado unas tortitas de chocolate y arándanos, café recién hecho y bollitos para todos -sonrió. Los elfos se arremolinaron en torno a la gran mesa de la cocina. En la cabecera de la mesa, Papá Noel trataba de poner orden: -Chicos, chicos, tranquilos, que hay para todos. Aquí nadie se muere de hambre! -Concluyó tocándose su tripa, que cada vez era más grande… El día transcurrió sin novedades, los sacos mágicos estaban llenos de paquetes perfectamente envueltos. Los polvos mágicos volaban por el gran salón terminando de hacer los enormes lazos que envolvían las últimas bicicletas que quedaban por subir al trineo. En el exterior de la gran casa, rodeados de nieve y árboles de abedul, los 8 renos de Papá Noel descansaban y comían felices por su inminente viaje. A lo largo de los años, Nicolás, que es como se llamaba en realidad Papá Noel, había ido reclutando a los mejores renos del Polo Norte. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

31. El traje nuevo del Emperador

2019/11/20

12:45

Un increíble cuento en el que no todo es lo que parece... Hace muchos, muchos años había un Emperador muy presumido, que se gastaba todo el dinero que tenía en comprarse trajes nuevos. No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a no ser que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un traje distinto para cada hora del día, y de e´l siempre se decía: “El Emperador está en el vestuario”. La ciudad en que vivía el Emperador era muy alegre. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos ladronzuelos que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas. No solamente decían que los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que sus trajes y vestidos tenían la milagrosa virtud de ser invisibles a todos los que no fueran aptos para su cargo o que fueran irremediablemente estúpidos. -¡Deben ser vestidos magníficos! -pensó el Emperador-. Si los tuviese, podría averiguar qué trabajadores del reino no son válidos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Y así, mandó abonar a los dos ladrones un buen adelanto del dinero, para que pusieran manos a la obra cuanto antes. Ellos montaron un telar y simularon que trabajaban; pero no tenían nada en la máquina. A pesar de ello, se hicieron suministrar las sedas más finas y el oro de mejor calidad, mientras seguían haciendo como que trabajaban en los telares vacíos hasta muy entrada la noche. «Me gustaría saber si avanzan con la tela»-, pensó el Emperador. Pero había una cuestión que lo tenía un tanto preocupado, y era que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo; sobre este punto estaba tranquilo; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro, para cerciorarse de cómo andaban las cosas. Todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban impacientes por ver hasta qué punto su vecino era estúpido o incapaz. «Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores -pensó el Emperador-. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar de las cualidades de la tela, pues tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como él». El viejo ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por los dos embaucadores, los cuales seguían trabajando en los telares vacíos. «¡Dios nos ampare! -pensó el ministro para sus adentros, abriendo unos ojos como naranjas-. ¡Pero si no veo nada!». Sin embargo, decidió no decir nada Los dos fulleros le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos el color y el dibujo. Le señalaban el telar vacío, y el pobre hombre seguía con los ojos como platos, pero sin ver nada, puesto que no había nada. «¡Dios santo! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, desde luego no puedo decir que no he visto la tela». -¿Qué? ¿Os gusta el tejido? -preguntó uno de los tejedores. -¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes-. ¡Qué dibujo y qué colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha parecido maravilloso! -Nos da una alegría -respondieron los dos tejedores. Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo. Todo fue a parar a sus bolsillos, pues nada se empleó en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando en las máquinas vacías. Poco después el Emperador envió a otro funcionario de su confianza a inspeccionar el estado de la tela e informarse de si quedaría pronto lista. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como en el telar no había nada, nada pudo ver. -¿Verdad que es una tela bonita? -preguntaron los dos tramposos, señalando el precioso dibujo que no existía. «Yo no soy tonto -pensó el hombre-, y el empleo que tengo no lo suelto. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la tela que no veía. -¡Es digno de admiración! -Le dijo al Emperador. Todos los habitantes del reino hablaban de la magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen del telar. Seguido de una multitud de personajes escogidos, entre los cuales se encontraban los dos hombres de su confianza, se encaminó a la casa donde paraban los pícaros, los cuales continuaban tejiendo con todas sus fuerzas, aunque sin hebras ni hilados. -¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos ladrones-. Fíjese Emperador, en estos colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela. «¡Cómo! -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso». -¡Oh, sí, es muy bonita! -dijo-. Me encanta-. Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada. Todos los componentes de su séquito miraban y remiraban, y exclamaban, como el Emperador: -¡oh, qué bonito!-, y le aconsejaron que estrenase los vestidos confeccionados con aquella tela en la procesión que debía celebrarse próximamente. -¡Es preciosa, elegantísima, estupenda!- corría de boca en boca, y todo el mundo parecía entusiasmado con ella. El Emperador concedió una condecoración a cada uno de los dos bribones para que se las prendieran en el ojal, y los nombró tejedores imperiales. Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos ladrones estuvieron levantados, con dieciséis lámparas encendidas, para que la gente viese que trabajaban activamente en la confección de los nuevos vestidos del Soberano. Simularon quitar la tela del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron: -¡Por fin, el traje está listo! Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dos truhanes, levantando los brazos como si sostuviesen algo, dijeron: -Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. -Aquí tienen el manto… Las prendas son muy ligeras, parece que no haya nada sobre el cuerpo, pero precisamente esto es lo bueno de la tela. -¡Sí! -asintieron todos los cortesanos, a pesar de que no veían nada, pues nada había. -¿Quiere dignarse el Emperador a quitarse el traje que lleva -dijeron los dos bribones- para que podamos vestirle el nuevo delante del espejo? El Emperador se quitó sus prendas, y los dos simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, y el Monarca se quedço frente al espejo. -¡Oh y qué bien le sienta! -exclamaban todos-. ¡Vaya dibujo y vaya colores! ¡Es un traje precioso! -Le están esperando en la calle – anunció el maestro de Ceremonias. -Muy bien, estoy a punto -dijo el Emperador-. ¿Verdad que me sienta bien? – y se giró una vez más de cara al espejo, para que todos creyeran que veía el vestido. -¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo! Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél. -¡Pero si va desnudo! -exclamó de pronto un niño -El Emperador no lleva nada! -¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero. Aquello inquietó al Emperador, pues en realidad pensaba que el pueblo tenía razón; pero pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y sus ayudantes continuaron sosteniendo la inexistente cola. Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado.

30. El castillo misterioso

2019/11/18

12:06

Este cuento es una aventura increíble de 4 niños en sus vacaciones de verano... Como todos los años en agosto, Amanda y Diego iban a pasar 15 días al pueblo de sus abuelos. Era un pueblecito en Ávila, donde se lo pasaban siempre genial. Ayudaban a la abuela con el jardín, daban increíbles paseos para coger moras con el abuelo y desde hacía dos veranos, los nietos de Marisa, su vecina también pasaban unos días por allí. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

29. David y Goliat

2019/11/13

10:25

Esta es la historia de un pequeño campesino que con su inteligencia venció a un poderoso gigante. Hace muchos, muchos años, en el antiguo reino de Israel vivía un joven llamado David. David era el hijo pequeño de una familia muy humilde. Su padre era pastor y pasaba horas cuidando a sus ovejas para poder mantener a su familia. Por aquel tiempo, el reino de Israel se encontraba en guerra contra sus mayores enemigos, los Filisteos. Unos guerreros crueles y temibles. Para luchar contra ellos, el rey Saúl, había reunido a fuertes y valientes soldados entre los que se encontraban los dos hermanos mayores de David. Cómo David era más pequeño y más joven que sus hermanos no podía ir a luchar y en cambio ayudaba a su padre con las ovejas y con los quehaceres del campo. Entre los filisteos había un guerrero especialmente peligrosos y al que todos temían. Se llamaba Goliat y era gigante. Tenía un tamaño mucho mayor que el resto de soldados, sus brazos eran grandes y fuertes y sus manos podrían aplastar rocas… Nadie se atrevía a luchar contra él… parecía invencible. Un día, Goliat pidió al rey Saúl que encontrase un soldado lo necesariamente fuerte y valiente como para pelear contra él… Tan seguro estaba Goliat de que él podía ganar a cualquiera que grito: - Sé que es un imposible, pero si uno de vuestros soldados se atreve a luchar contra mí y gana, nosotros los filisteos dejaremos de luchar contra vosotros y a partir de ese momento seremos vuestro s esclavos . En cambio, si pierde, vosotros trabajaréis para nosotros para siempre. Todos los israelitas querían que se acabase la guerra, pero nadie quería luchar contra Goliat, el guerrero más grande y temible de todos. Sabían con seguridad que él los ganaría, con solo tocarles les aplastaría con su fuerza. David, que nunca se metía en peleas y no le gustaban las luchas estaba enfadadísimo con las amenazas de Goliat. - ¿Qué se cree ese gigante? – preguntó David a sus hermanos - Qué nadie se va a atrever a luchar contra él? - Goliat lleva más de 40 días amenazándonos – respondió el hermano mayor – pero nadie se atreve a desafiarle, pues es el más temible de todos los guerreros.. David cogió aire y exclamó: - ¡Sin nadie más lo hace, yo lo haré!! Sus hermanos le miraron con preocupación, incluso se enfadaron con él, pues sabían que, si David se enfrentaba a Goliat, él le mataría. - La guerra no está hecha para los niños , David. Tu lugar está junto a papá, ya está muy mayor y necesita ayuda. Si mueres, nadie podrá cuidar de las ovejas y toda la familia morirá de hambre. - Lo sé – contestó el joven subiéndose a la mesa – pero si yo no lo hago, todo el pueblo de Israel tendrá que trabajar para los Filisteos para siempre. Además, puede que yo no sea fuerte pero seguro que soy mucho más listo que ere gigantón sin cerebro… Unos soldados que se encontraban cerca de David y sus hermanos oyeron la conversación y comprobaron con sorpresa como David estaba dispuesto a enfrentarse al malvado y terrible Goliat. Rápidos, corrieron a avisar al rey de que por fin había alguien lo suficientemente valiente para enfrentarse al gigante. El rey al enterarse corrió a casa de David para conocerle. Cuando le vio quedo desilusionado al comprobar que o se trataba de un fuerte soldado sino de un joven y pequeño muchacho. - Joven David, no puedes luchar contra Goliat. Eres pequeño y demasiado joven y Goliat es un gran guerrero, con muchos años de experiencia – advirtió el rey. - Seré pequeño señor, pero soy valiente – dijo David – El rey y los hermanos de David, que temían por su vida, intentaron impedir que fuera a luchar contra Goliat, pero el muchacho estaba decidido y armado de valor, así que emprendió su camino en busca del gigante. Caminó durante un largo rato y al pasar cerca de un riachuelo se agacho y cogió cinco piedras y se las guardó. Después sacó un trozo de cuerda que utilizaba para agarrar a las ovejas cuando se escapaban y la anudó haciendo un circulo, en forma de onda. Después siguió caminando. Cuando llego al lugar donde se encontraban los guerreros filisteos gritó: - Gigante, acepto tu desafío.Yo lucharé por mi pueblo. Si gano, nos dejaréis en paz para siempre, si pierdo, os serviremos en todo lo que deseéis. Al verle, Goliat se enfureció muchísimo. No podía creer que el rey Saúl mandase a un joven y pequeño pastor a luchar. Pero aún así, por no fallar a su orgullo, acepto el trato. - Acabaré contigo antes de que te des cuenta – gritó el gigante. No podrás ni contra mi fuerza ni contra mis armas.. - Tu vienes hacia mi con tu fuerza, tu espada y tu jabalina -le dijo David, pero yo te venceré con mi inteligencia. David llevaba en la mano la onda que había fabricado con su cuerda, y dentro, una de las piedras que había cogido. Se acercó un poco más a Goliat, que le esperaba con su espada en la mano y con mirada amenazante, y le dijo señalando con el dedo el horizonte que se extendía a lo lejos: - ¿Ves el horizonte Goliat?, lanzaré mi piedra con tanta fuerza que te empujará y volarás aún más lejos. El gigante se giró para mirar hacia el lugar que señalaba David y en ese momento David agitó su onda y le lanzó la piedra con todas sus fuerzas y con una puntería excelente. Tanto, que dio de lleno al malvado gigante en la cabeza y lo derribó por completo. David, había utilizado su inteligencia para despistar a Goliat y lanzarle la piedra antes de que este pudiese atacar. Todo el mundo se quedó boquiabierto con la precisión con la que el joven había lanzado la piedra, pero más aun con su fuerza, ya que nadie pensó que un pequeño pastor podría derrotar a semejante gigante. El rey Saúl felicitó al valiente David, y a partir de entonces se convirtió en el héroe de Israel, por lo que nunca le falto de nada… Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

28. La casita de chocolate

2019/11/11

10:08

Hansel y Gretel son dos hermanos que un día, perdidos en el bosque llegan a una casita de chocolate y golosinas en la que vive una viejecita... Érase una vez una casita muy humilde en el bosque. En ella, vivía una familia compuesta por el padre, un pobre leñador, su esposa y sus dos hijos: Hansel y Gretel. Todos ellos eran felices, pero también eran muy pobres. Tanto, que muchas veces no tenían nada para comer. Por lo que, muy tristemente, el leñador le dijo a su mujer: - Cariño, no tenemos nada que comer, ni siquiera tenemos un poco de harina para hacer pan. Nuestros hijos morirán de hambre. (...) Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

27. Merlín el Mago

2019/11/6

08:33

El pequeño Arturo se queda bajo el cuidado del gran Mago Merlín, una aventura que os encantará... Hace mucho mucho tiempo, cuando los reinos de Inglaterra batallaban unos contra otros, nació el pequeño Arturo, hijo del Rey Uther. La mamá del niño murió cuando Arturo era sólo un bebé y el Rey se sumió en una enorme tristeza y entregó a Arturo al Mago Merlín, para que lo educara y le enseñara toda su sabiduría. El Mago Merlín, que era muy sabio y precavido, decidió llevar al pequeño Arturo al castillo de un noble vecino suyo que tenía un único hijo de la misma edad que Arturo, llamado Alfonso, y le pidió que lo criara como si fuese suyo, que le cuidara y nunca les contó quien era en realidad el padre de Arturo. Y así fue. Cada día Merlín explicaba al pequeño Arturo todas las ciencias conocidas y, como era mago, incluso le enseñaba algunas cosas de las ciencias del futuro y ciertas fórmulas mágicas. Ambos niños crecieron felices y sanos, pero años más tarde, cuando Arturo y Alfonso ya eran más mayores, el Rey Uther murió, y el pueblo de Inglaterra le pidió al gran mago Merlín que encontrase un sucesor. Arturo era el legítimo rey de Inglaterra, pero Merlín aún tenía otros planes para el joven, por lo que, con el fin de que pasase un poco más de tiempo antes de proclamar al Rey, Merlín hundió una espada mágica en una roca y exclamó frente a los habitantes del reino: – Esta es la magnífica y mágica espada Excalibur. Aquel que logre sacarla de la roca, será coronado como el próximo Rey de Inglaterra. Después, volvió junto a Arturo, del cual se hizo cargo, y le educó en el arte de la magia y la naturaleza con el fin de prepararlo para gobernar. Así, pasaron los años y, mientras Arturo crecía más fuerte y sabio, fueron cientos los hombres que intentaron sacar la espada de la piedra, pero nadie lo consiguió nunca. Poco a poco, con el paso del tiempo, la historia de la espada se fue olvidando, y los nobles y caballeros fueron dejando de visitar el lugar donde se encontraba, mientras la paz que el Rey Uther había logrado mantener iba desapareciendo. Un día, Arturo acompañó a la ciudad a Alfonso, a un torneo de caballeros. Todo estaba listo, pero llegado el momento de empezar la competición, el joven Arturo recordó que no había cogido la espada que le habían mandado traer para su hermano. – ¡Dios mío, qué despiste!, Alfonso se va a enfadar muchísimo – exclamó Arturo en sus pensamientos. Salió corriendo, vagando de un lugar a otro a toda prisa sin saber cómo salir del entuerto, hasta que llegó a un pequeño patio vacío, donde en el suelo yacía una enorme roca. Fue entonces cuando Arturo vio un brillo plateado en la cima, y para su asombro, cuanto retiró el musgo que cubría aquel estaño objeto se dio cuenta de que ¡se trataba de una espada! – Aquí está mi salvación, a Alfonso le encantará - pensó Arturo más tranquilo Y aunque desde fuera parecía una espada muy pesada, Arturo la sacó de la piedra sin dificultad y volvió a toda prisa al torneo donde lo esperaban. – ¡No empiecen aún el torneo!, aquí tengo la espada de mi hermano Alfonso – exclamó Arturo ante el asombro de todos y sin saber lo que estaba sucediendo. Nadie podía creérselo. Al llegar, Arturo relató su hazaña sin saber la importancia que tenía. Él solo había encontrado una espada abandonada en un pequeño patio, sobre una roca…. Tanto Alfonso como su padre, y el resto del pueblo, sabían que esa espada era la indicada, pero decidieron comprobarlo y acompañaron a Arturo hasta la roca para verlo con sus propios ojos. – ¿Lo veis? – dijo Arturo – aquí la encontré El joven introdujo la espada tal y como la había encontrado y muchos de los allí presentes intentaron sacarla después, pero les fue imposible. Arturo se acercó a ella, y una vez más, la logró sacar sin mucho esfuerzo. Ante la sorpresa de todos la levantó y en ese momento apareció el gran mago Merlín que, con una sonrisa de orgullo, proclamando sin ninguna duda al legítimo Rey de Inglaterra. - Arturo, no te lo creerás, pero ha llegado el momento de contarte la verdad - dijo Merlín mirándole a los ojos - yo mismo introduje la espada mágica en la roca. Sólo el verdadero rey de Inglaterra será capaz de sacarla, y ese hombre eres tú. – ¡Arturo!, ¡Rey!, ¡Arturo! !, ¡Rey! – Gritaban todos. Todos los habitantes del reino se alegraron mucho de la noticia, y el joven fue coronado Rey de Inglaterra y, para conseguir la paz por muchos años más. Reunió a los mejores caballeros del reino, entre ellos Alfonso, alrededor de una gran mesa redonda para proteger y mantener la paz de su pueblo. Arturo se casó con la princesa Ginebra y, con su ayuda y la de sus caballeros, consiguió mantener la felicidad del reino más de lo que su padre pudo lograr, pero siempre con su querido mago Merlín a su lado como consejero. Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado

26. Los Reyes Magos y el perrito perdido

2019/11/4

11:43

Nuevo cuento de los Reyes Magos para los más pequeños, una historia mágica que os va a encantar con los Reyes de protagonistas y un perrito perdido... La noche había sido muy larga pero a la vez maravillosa. Un año más Melchor, Gaspar y Baltasar habían recorrido todos los hogares del mundo visitando a los niños y dejándoles sus regalos junto a sus zapatos (.... )

Especial: Noche de Halloween

2019/10/31

13:33

Esta semana os traemos un cuento extra! Con motivo de Halloween hemos preparado un cuento que os va a encantar. Era una tarde muy fría y hacía mucho viento. Adriana y sus hermanos, los mellizos Hugo y Mario, habían salido del cole y como cada tarde, pedían con insistencia la merienda a su madre. -Niños! Después de merendar tenemos que ir a casa a cambiarnos, hoy es la noche de Halloween!!! ¿Os acordáis que cenamos en casa de los tíos? Cómo no se iban a acordar! Llevaban casi un mes preparando los disfraces y algunas bromas, les encantaba la noche de Halloween, los niños estaban muy emocionados, bueno, el pequeño Mario tenía un poco de miedo, pero era muy valiente. Cuando llegaron a casa, Adriana, la mayor de los 3, corrió a su habitación donde tenía preparado su disfraz de esqueleto rosa y comenzó a vestirse mientras canturreaba. Los mellizos hicieron lo mismo, Hugo estrenaba su disfraz de dinosaurio, estaba seguro de que iba a asustar mucho a sus tíos y primos. Y Mario, había elegido un disfraz de calabaza, aún no tenía 4 años y la noche de Halloween no era de sus favoritas, pero como sus hermanos estaban tan contentos y él era súper valiente, pensó que seguro que no era para tanto. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado

25. La visita de Federico

2019/10/30

11:43

En el episodio de hoy tenemos una nueva aventura de Paje Federico. Os va a encantar!! Federico, era un niño huérfano de 8 años, al que los Reyes Magos habían acogido en su palacio. Federico era amable, cariñoso y divertido y desde que llegó al palacio se había convertido en el paje favorito de todos. Federico era muy feliz viviendo con los Reyes. Le encantaba jugar, leer y gastar bromas divertidas. Además, disfrutaba mucho aprendiendo con los Reyes. Ellos le contaban mil historias de sus viajes y le leían cuentos maravillosos. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

24. El cuento de la lechera

2019/10/28

07:37

Hoy os traemos el cuento de la lechera que como sabéis guarda una útil moraleja. Había una vez una hermosa lechera que vivía junto a sus padres en una granja muy grande en la que había muchas cuadras y establos llenas de animales. Era una buena chica que ayudaba siempre en las tareas del hogar, y que se ocupaba sin rechistar del cuidado de los animales como ocas, cerdos, caballos, gallinas y, sobre todo, vacas lecheras. Un día, su madre le dijo: Buenos días hija mía. Esta mañana, las vacas han dado mucha leche de lo normal, y yo no me encuentro muy bien. Tengo un poco de fiebre y no me apetece salir de casa. Tú ya eres mayorcita, ¿crees que podrás ir tú en mi lugar a vender la leche sobrante al mercado? La niña, que era muy servicial y responsable, muy contenta le respondió a su mamá: Por su puesto madre, yo iré encantada con toda esta leche para que tu puedas descansar y recuperarte. La buena mujer, viendo que su hija estaba tan ilusionada y dispuesta, confió en ella y, dándole un beso en la mejilla, le prometió que todo el dinero que recaudara aquel día en el pueblo sería para ella. Para que se pudiera comprar todo aquello que deseaba. ¡Gracias mamá! – dijo la niña abrazándole fuerte – te sorprenderé La niña se puso sus mejores galas: un largo vestido azul, un delantal rojo con volantes que le había regalado su abuela y un precioso pañuelo blanco bordado que le recogía sus largos cabellos dorados que siempre se recogía en dos trenzas. Entonces, cogió el cántaro lleno de leche recién ordeñada, y con una gran sonrisa en la cara salió de la granja tomando el camino más corto hacia el pueblo. La muchacha muy emocionada Iba a paso ligero, saltando y bailando mientras su mente no dejaba de trabajar. No podía parar de imaginarse cómo invertiría las monedas que iba a conseguir con la venta de la leche. Quería comprarse muchísimas cosas: un nuevo vestido, una bicicleta, unas botas de agua y par de libros que había visto en el mercado del pueblo. ¡Ya sé lo que haré! – se decía a sí misma – con las monedas que me den por la leche, voy a comprar una docena de huevos. Los llevaré a la granja donde mis gallinas los incubarán y, cuando nazcan los doce pollitos, los cambiaré por un hermoso cerdito. Una vez criado el cerdito, regresaré al mercado y lo cambiaré por una ternera que, cuando crezca, me dará mucha leche a diario que podré vender a cambio de un montón de dinero. Envuelta en sus pensamientos, la niña seguía ideando la forma perfecta con la que conseguiría más y más dinero. Con solo un cántaro de leche, podría conseguir un montón de cosas que le harían más y más rica, y así podría vivir cómodamente el resto de su vida sin tener que trabajar. - Mis padres estarán muy orgullosos de mí – pensó Pero... La joven muchacha iba caminando tan ensimismada en todo lo que iba a conseguir que se despistó, y no se dio cuenta de que el camino liso que había estado siguiendo hasta ahora se había convertido en uno lleno de piedras y curvas. Siguió caminado bailando y saltando hasta que…. Tropezó y ¡Pum! La pobre niña cayó de bruces contra el suelo. ¡Oh no! - gritó la joven - ¡mi leche! Por suerte, la chiquilla solo se hizo unos rasguños en las rodillas, pero su cántaro voló por los aires hasta chocar con una roca y se rompió en mil pedazos. La leche se desparramó por todo el camino, y sus sueños se volatilizaron al igual que su leche. Ya no había nada que vender y, por tanto, todo había terminado. ¡Qué desgracia! Adiós a mis huevos, mis pollitos, mi cerdito y mi ternera – se lamentaba la niña entre lágrimas – Adiós a conseguir más leche y cambiarla por monedas. Adiós a mi vestido, mis libros, mi bicicleta y mis botas de agua. Eso me pasa por ser tan ambiciosa y comenzar mi casa por el tejado. Con amargura, recogió los pedacitos del cántaro y regresó junto a su familia, reflexionando sobre todo lo que había sucedido. Se dio cuenta de que aunque es importante tener sueños e ilusiones para el futuro, hay que prestar atención a lo que se hace en el presente. Sólo así se podrán cumplir esos sueños. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado

23. El soldadito de plomo

2019/10/23

09:19

Hoy os ofrecemos este bonito cuento tradicional: El soldadito de plomo, del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. Esperamos que os guste! Había una vez un niño que tenía muchísimos juguetes, tantos, que no le daba tiempo a jugar con todos. El día de su cumpleaños, su abuelo le hizo un regalo muy especial. Se trataba de una preciosa caja de madera, que contenía en su interior una serie de soldaditos de plomo realizados a mano a base de fuego y metal. Todos llevaban el fusil al hombro, vestían espléndidas chaquetas rojas y pantalones azules y mantenían la mirada al frente. – ¡Soldaditos de plomo! ¡Muchas gracias, abuelo! – dijo el niño con alegría. El niño, entusiasmado, fue sacando con cuidado todos los soldados de la caja, uno a uno, dejándolos sobre su escritorio como si estuvieran en formación. ¡Qué elegantes se veían! Parecían un ejército de verdad. Sin embargo, al sacar de la caja al último de los soldaditos, el pequeño se dio cuenta de que le faltaba una pierna. En realidad fue un defecto de fábrica al fundir ese soldadito, nadie en la fábrica de plomo se dio cuenta y fue introducido en la caja, junto con el resto. El niño no se puso triste, al contrario, decidió que era especial y lo colocó frente a uno de sus mejores juguetes, un precioso castillo de papel donde vivía una preciosa bailarina vestida con un delicado vestido de tul rosa. La bailarina estaba apoyada sobre una sola pierna con sus brazos estirados, era tan bonita que el soldadito al verla ni no se dio cuenta de que se trataba de un pose de ballet y creyó que le faltaba una pierna, como a él. A partir de ese momento, cuando el niño se iba a dormir, el soldadito pasaba largas horas mirando a la bailarina, ajeno al resto de los juguetes de la habitación. De hecho, mientras los demás juguetes saltaban y se divertían, el soldadito sólo tenía ojos para su bailarina: – ¡Es tan bonita y se parece tanto a mí! – pensaba el soldadito cada vez que la veía. Sin embargo, entre todos los juguetes había uno muy malvado que no le quitaba los ojos de encima al soldadito de plomo. Se trataba de un duende metido en una caja sorpresa, desde la que saltaba para asustar a todos los juguetes que se acercaban. Un día, el malvado duende le dijo al soldadito: – ¿Por qué me miras fijamente? El soldadito prefirió no contestarle ni meterse en problemas con él. Ya le habían avisado que era mejor no tratar con él. Y decidió seguir a lo suyo sin prestarle atención. El duende, se tomó muy mal que el soldadito de plomo lo ignorase y muy enfadado le gritó: -¡Ya verás cuando te pille! No volvió a ocurrir nada hasta que una tarde jugando, el niño decidió cambiar de lugar al soldadito de plomo colocándolo con el resto de sus compañeros, para que fuesen a luchar al frente. Mientras los iba organizando, colocó al soldadito de plomo en el borde de la ventana. Y, misteriosamente, cuando el niño levantó la mirada, el soldadito ya no estaba. Buscó por todos los rincones de su habitación pero no encontró al soldado, y pensó que tal vez podría haberse caído a la calle con una ráfaga de viento. Sin embargo, en realidad había sido el duende de la caja sorpresa el que lo había lanzado por la ventana sin que nadie lo viera. El niño no pudo bajar a buscar al soldadito porque hacía muy mal tiempo y la lluvia caía torrencialmente sobre las ventanas. – No te preocupes Lucas, cuando deje de llover lo buscaremos – le dijo su madre. Pero unos niños vecinos de Lucas, que estaban jugando en la calle bajo la lluvia, encontraron al soldadito bajo la ventana. Entusiasmados, decidieron jugar con él: – ¡Le haremos un barco de papel para que navegue! – dijo uno de los niños. Así fue como con un viejo periódico, hicieron un barquito y, aprovechando que la lluvia había formado pequeños riachuelos en las aceras, colocaron al soldadito sobre el barco de papel para que navegara por ellos. En un momento, el soldadito terminó en una de las alcantarillas. – ¡Oh Dios mío! ¿A dónde voy? ¿Qué será de mí? No volveré a ver a mi hermosa bailarina! -sollozó el soldadito. Mientras tanto, el barquito, que era de papel, se iba deshaciendo poco a poco, por lo que el soldadito terminó siendo arrastrado con más y más fuerza por el agua. Así fue como, navegó y navegó continuó hasta que llegó al mar. Y justo antes de que el soldadito llegase al fondo, un pez muy grande se lo comió. Dentro del pez solo había silencio y oscuridad, pero el soldadito era valiente y no tenía ningún miedo. Muy pronto se quedó dormido en el estómago del pez. Sin embargo, poco duró su tranquilidad porque el pez había sido pescado y ya estaba rumbo al mercado de la ciudad. La buena suerte quiso que la mamá del niño quisiera comprar ese día pescado fresco, así que fue al mercado y compró aquel pez. Cuando llegó a casa y se puso a limpiar el pescado, descubrió que en su interior estaba el soldadito de plomo que había perdido su hijo. Rápidamente, llamó al niño para darle la buena noticia. El niño estaba como loco de contento por tener de nuevo al soldadito, lo colocó en su escritorio, justo frente a la ventana y fue a cenar. Pero de pronto, una fuerte ráfaga de viento abrió con fuerza la ventana y lanzó al soldadito de plomo directo a la chimenea de la habitación que se encontraba encendida. El pobre soldadito, comenzó a derretirse lentamente bajo el calor de las llamas. Sentía mucho calor pero como podía ver a su bailarina, se sintió aliviado. En ese momento el soldadito vio cómo un soplo de aire empujó a la bailarina de papel hacia el fuego y, en un increíble revoloteo que parecía una función de ballet, la bailarina terminó junto al soldadito en las llamas. Sin embargo, tuvieron el tiempo suficiente para mirarse y enamorarse antes de que el fuego terminara con ellos. A la mañana siguiente, cuando el fuego ya se había apagado, en la chimenea apareció un bonito corazón de plomo, cubierto con destellos dorados y un trocito de tul de bailarina. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

22. Pinocho

2019/10/21

10:51

Hoy un bonito y tradicional cuento que seguro conocéis: Pinocho. Esperamos que os encante el episodio! Había una vez una vieja carpintería en la que trabajaba un señor amable y simpático llamado Geppetto. Un día estaba terminando de trabajar dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido. “¡Qué obra tan bonita he creado! Cómo está hecho con madera de pino le llamaré Pinocho” – exclamó el anciano con gran alegría mientras le daba los últimos retoques. Desde ese entonces, Gepetto pasaba las horas contemplando su bella obra, y deseaba que aquel niño de madera, pudiera moverse y hablar como todos los niños. Lo deseaba con tanta fuerza que una noche, mientras Gepeto dormía, apareció en la ventana de su cuarto un Hada buena. “Como eres un hombre de noble corazón, te concederé lo que pides y daré vida a Pinocho” – susurro el hada mágica y agitó su varita sobre el muñeco de madera. Al momento, la figura cobró vida y sacudió los brazos y la cabeza. – ¡Papá, papá! – mencionó con voz melodiosa despertando a Gepetto. – ¿Quién anda ahí? – Soy yo, papá. Soy Pinocho. ¿No me reconoces? – dijo el niño acercándose al anciano. Cuando logró reconocerle, Gepetto lo cargó en sus brazos y se puso a bailar de tanta emoción. “¡Mi hijo, mi querido hijo!”, gritaba jubiloso el anciano. Los próximos días, fueron pura alegría en la casa del carpintero. Como todos los niños, Pinocho debía asistir a la escuela, estudiar y jugar con sus amigos. Sin embargo, como Gepetto era muy pobre y tenía poco dinero no podía comprar los libros que necesitaba Pinocho. para ello, decidió vender su abrigo y con el dinero que le dieron a cambio compró una cartera con libros y lápices de colores. El primer día de colegio, Pinocho asistió acompañado de un pequeño grillito, amigo del hada bueno, para aconsejarlo y guiarlo por el buen camino. Sin embargo, como sucede con todos los niños, este prefería jugar y divertirse antes que asistir a las clases, y a pesar de las advertencias del grillo, el niño travieso decidió ir al teatro, a disfrutar de una función de títeres. Al verle, el dueño del teatro quedó encantado con Pinocho: “¡Maravilloso! Nunca había visto un muñeco de madera que se moviera y hablara por sí mismo. Sin duda, haré una enorme fortuna con él” – pensó. Así que le ofreció a Pinocho quedarse allí todo el día a cambio de unas monedas. El niño aceptó la invitación de aquel hombre ambicioso, y pensó que con el dinero ganado podría comprarle un nuevo abrigo a su padre. Durante el resto del día, Pinocho actúo en el teatro como una marioneta más, y al caer la tarde decidió regresar a casa con Gepetto. Sin embargo, el dueño malo no quería que el niño se fuera, por lo que lo encerró en una caja junto a las otras marionetas. Pinocho lloró y lloró, mientras su amigo el grillo le recordaba como no debería haber desobedecido a su padre y debería haber ido a la escuela. Ante el profundo llanto del niño apareció el hada buena que le había dado vida y cuando le preguntó que había pasado, Pinocho le mintió diciendo que le habían capturado mientras iba de camino al colegio. El hada que era muy lista y lo sabía todo se dio cuenta de que Pinocho le estaba engañando y le dijo que si mentía le crecería la nariz. El niño se disculpó y el hada enternecida por la inocencia del niño le liberó de su jaula y Pinocho pudo escapar. Cuando regresaba a casa, se topó con dos astutos bribones que querían quitarle sus monedas. Como era un niño inocente y sano, los ladrones le engañaron, haciéndole creer que si enterraba su dinero, encontraría al día siguiente un árbol lleno de monedas, todas para él. El grillo trató de alertarle sobre semejante timo, pero Pinocho no hizo caso a su amigo y enterró las monedas. Luego, los terribles ladrones esperaron a que el niño se marchara, desenterraron el dinero y se lo llevaron muertos de risa. Al llegar a casa, Pinocho descubrió que Gepetto no estaba allí, y empezó a sentirse tan solo, que rompió en llantos. Inmediatamente, apareció el Hada para consolar al triste niño. “No llores Pinocho, tu padre se ha ido al mar a buscarte”. Y tan pronto supo aquello, Pinocho partió a buscar a Gepetto, pero por el camino tropezó con un grupo de niños: – ¿A dónde vais? – preguntó Pinocho – Vamos al País de los Dulces y los Juguetes – respondió uno de ellos – Ven con nosotros, podrás divertirte sin parar. – No lo hagas, Pinocho – le dijo el grillo – Debemos encontrarnos con tu padre, que se ha ido solo y triste a buscarte. – Tienes razón, grillo, pero sólo estaremos un rato. Luego le buscaré sin falta. Y así se fue Pinocho acompañado de aquellos niños al País de los Dulces y los Juguetes. Al llegar, quedó tan maravillado con aquel lugar que se olvidó de salir a buscar al pobre de Gepetto. Saltaba y reía Pinocho rodeado de juguetes, y tan feliz era, que no notó cuando empezó a convertirse en un burro. Sus orejas crecieron y se hicieron muy largas, su piel se tornó oscura y hasta le salió una colita peluda que se movía mientras caminaba. Cuando se dio cuenta, comenzó a llorar de tristeza, y el Hada volvió para ayudarle y devolverlo a su forma de niño, no sin antes recordarle que no se estaba portando bien: – Ya eres nuevamente un niño bello, Pinocho, pero recuerda que debes estudiar y ser bueno. – Oh sí, señora hada, a mí me encanta estudiar – dijo Pinocho y al instante, le creció la nariz. – Te recuerdo que tampoco debes decir mentiras, querido Pinocho. – No, para nada, no he dicho una mentira – pero la nariz le creció un poco más – ¡Y siempre me porto muy bien! Pero al decir aquello la nariz le creció tanto, que apenas podía sostenerla con su cabeza. Con lágrimas en los ojos, Pinocho se disculpó con el Hada y le prometió que jamás volvería a decir mentiras, por lo que su nariz volvió a ser pequeña. Entonces, él y el grillo decidieron salir a buscar a Gepetto. Sin embargo, cuando llegaron al mar, descubrieron que el anciano había sido tragado por una enorme ballena. Enseguida, se lanzó al agua, y después de mucho nadar, se encontró frente a frente con la temible ballena. “Por favor, señora ballena, devuélvame a mi padre”. Pero el animal no le hizo caso, y se tragó a Pinocho también. Al llegar a la tripa de la ballena, se encontró con el viejo Gepetto y se abrazaron durante un largo rato. – Tenemos que salir cuanto antes, Pinocho – exclamó Gepetto – Hagamos una fogata papá. El humo hará estornudar a la ballena y podremos escapar. Y así fue como Pinocho y su padre quedaron a salvo de la ballena, pues estornudó tan fuerte que los lanzó fuera de su tripa y lograron escapar a tierra firme. Cuando llegaron a casa, Pinocho se arrepintió de corazón por haber desobedecido a su padre, y desde entonces no faltó nunca a clases, y fue tan bueno y disciplinado, que el Hada buena decidió convertirlo en un niño de carne y hueso, para alegría de su padre, el viejo Gepetto, y del propio Pinocho. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado

21.Los reyes Magos y el pergamino mágico

2019/10/16

11:03

Hoy un maravilloso cuento de los Reyes Magos creado por nosotras. No os perdáis que les pasó a Pablo y Guillermo cuando se encontraron un misterioso pergamino el día de Reyes... Era la noche de Reyes y como cada año, Melchor, Gaspar y Baltasar estaba visitando las casas de todos los niños que se habían portado bien. Sin duda, esa noche los tres Reyes tenían muchísimo trabajo, pero a su vez era su noche favorita. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado

20. Los piratas y la maldición de la estatua de piedra

2019/10/14

16:00

Hoy os traemos un cuento de aventuras creado por nosotras y que os va a encantar. Si os gustan las aventuras y las historias de piratas no os perdáis este episodio. Martín era un niño de 8 años que vivía en un pequeño pueblo pesquero. Su familia era muy humilde y él siempre intentaba ayudar a sus padres como podía. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

19. Pedro y el Lobo

2019/10/9

07:55

Para el episodio de hoy hemos elegido un cuento por casi todos conocido: Pedro y el lobo, también llamado el pastorcillo mentiroso. Esperamos que os guste. Érase una vez un pastorcillo llamado Pedro, que se pasaba todo el día cuidando a sus ovejas en un prado muy cercano al pueblo donde vivía. Cada mañana, Pedro salía con las primeras luces del alba con su rebaño y no regresaba hasta bien entrada la tarde. El pastorcillo se aburría mucho viendo cómo pasaba el tiempo, pasaba horas y horas mientras las ovejas pastaban y no tenía nadie con quien compartir ese tiempo, así que pensaba en todas las cosas que podía hacer para divertirse. Un día, estaba apoyado en el tronco de un gran árbol y se le ocurrió una idea que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo. Para divertirse un rato pensó que gastaría una broma a toda la gente del pueblo que vivía cerca de aquellos prados verdes. Los campesinos y vecinos de Pedro eran gente muy trabajadora y siempre ayudaban a su vecinos cuando éstos necesitaban algo. Pedro sabía que si les gastaba una broma sobre el lobo, todos vendrían corriendo a socorrerle. Iba a ser muy divertido, pensó. Esa mañana, cuando todos estaban con sus labores, Pedro decidió que era el momento perfecto para gastar la broma. Se puso en pie y gritando lo más alto que pudo se le escuchó: -“¡Socorro, el lobo! ¡Socorro! ¡Que viene el lobo!”. Todos los campesinos de la zona de inmediato dejaron sus quehaceres, tal como había previsto Pedro, cogieron las herramientas que tenían a mano y corrieron por el monte a ayudar al pobre pastor. Tardaron 4 minutos en llegar hasta la pradera y encontrarse al pastor muerto de risa, tumbado en el suelo, y así descubrieron que todo había sido una broma de muy mal gusto. Los aldeanos muy enfadados con el pastor regresaron a sus trabajos pensando que Pedro había sido un tonto. Por el camino de vuelta quisieron advertir al chico que no lo volviera a hacer pero pensaron que se habría dado cuenta él mismo de que aquello no había tenido gracia. Pero Pedro había disfrutado mucho con la broma, era impulsivo y aún un niño y no pensó que realmente había fastidiado a muchos campesinos con su broma, se había divertido y no estaba dispuesto a dejarlo. Quería repetirlo y estaba dispuesto a volver a pasar un rato divertido con aquella broma. A la mañana siguiente, Pedro desayunó temprano, como cada mañana y llevó a su rebaño a las praderas. Almorzó un trozo de pan con queso y pensó que era un buen momento para repetir su hazaña. De pie frente a los prados y con las manos alrededor de su boca comenzó a gritar tan fuerte como pudo: -“¡Socorro, el lobo!!Socorro! ¡Viene el lobo!”. Al oír de nuevo los gritos del pastor, los campesinos creyeron que en esta ocasión sí se trataba del lobo feroz que quería comerse todas las ovejas del pobre pastor y corrieron en su auxilio. Y una vez más se encontraron con la misma escena que un día atrás; Pedro estaba tumbado en el suelo muerto de la risa y todas las ovejas pastaban tranquilamente en las laderas. Esta vez los aldeanos se enfadaron mucho más con la actitud de Pedro y juraron no dejarse engañar nunca más. Esa noche, Pedro pensó que había sido otro día muy divertido, no pensó en cuánto había molestado a los campesinos y las consecuencias que esta broma podía tener. A la mañana siguiente, como siempre muy temprano, Pedro volvió a sacar a su rebaño a pastar por los prados cerca del pueblo. Seguía pensando que había gastado una buena broma los días anteriores y estaba distraído en sus pensamientos cuando de pronto, notó a sus ovejas muy nerviosas. Se giró y vio al lobo allí muy cerca, corriendo hacia ellos. Sin dudarlo un momento comenzó a gritar: -“¡Socorro, el lobo! ¡Viene el lobo! ¡Ayudad a mis ovejas! ¡Auxilio!”. Pedro gritaba una y otra vez, pero los aldeanos no parecían escucharlo. Todos pensaban que era otra broma de Pedro y no tenían intención de caer de nuevo en la trampa, como el día anterior. Haciendo oídos sordos ante los gritos de auxilio del pastor, siguieron con sus actividades sin asomarse si quiera. Pedro estaba desesperado, no entendía porqué los campesinos no acudían a ayudarle, seguía gritando: -“¡Socorro, el lobo! ¡Viene el lobo! ¡Se está comiendo a mis ovejas! ¡Auxilio!” Pero ya era muy tarde para convencer a los aldeanos de que esta vez era verdad. Pedro tuvo que ver cómo el lobo devoraba una tras otra sus ovejas, hasta quedar saciado. Volvió cabizbajo y triste al pueblo. Se había dado cuenta de las terribles consecuencias que habían traído sus bromas. Nadie le había creído cuando de verdad necesitaba ayuda. Valoró a sus vecinos y se prometió que nunca más volvería a gastar una bromo aquella. Aprendió la lección para siempre. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

18. El tesoro de Federico

2019/10/7

11:39

Hoy os presentamos el tercer cuento sobre nuestro Paje encantado: Federico. ¿Os apetece escucharlo? Se trata de una aventura increíble que os va a fascinar. Desde que era muy pequeño al Paje Federico le encantaba leer. Siempre había estado rodeado de libros. Le encantaban los cuentos y las historias de aventuras. Una tarde estaba leyendo una apasionante historia de piratas en el libro mágico que le había regalado Melchor por su cumpleaños. El libro mágico tenía el enorme poder de contar cada vez una historia o un cuento diferente. Además, podría resolver cualquier duda o problema que el niño tuviese sólo con abrirlo y leer sus páginas. (...) Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO ENCANTADO SE HA ACABADO.

17. El gato con botas

2019/10/2

09:38

En el episodio de hoy os contamos el cuento del intrépido y astuto Gato con Botas ¿Lo conocéis? Estamos seguras de que os encantará escuchar el cuento. Érase una vez un viejo molinero que tenía 3 hijos. A los 3 los quería muchísimo, pero era muy pobre y por eso cuando murió tan solo tenía para darles en herencia a sus hijos el molino, un burro y un gato. El reparto de los bienes se hizo según la voluntad del molinero, en riguroso orden de edad de sus hijos. Así, el molino correspondió al mayor de los 3, el burro al hijo del medio, y el gato al más pequeño. El hijo pequeño pensó que había sido el peor parado. Sus hermanos podrían trabajar y aprovechar sus fuerzas para acumular algo de riqueza, algo que el padre, aunque muy bueno, no había podido lograr porque era muy testarudo. En cambio él, con un simple gato, nada podría hacer para ganarse la vida. Pero el gato no era un gato normal: era fuerte, muy astuto y ¡podía hablar! -Amo, no te lamentes, hazme unas botas nuevas, dame un saco y te haré rico! Sorprendido, el muchacho le buscó al gato lo que este pedía. Siempre había sabido que el gato era muy astuto por su comportamiento extraño en comparación con otros animales, pero nunca había imaginado que pudiese hablar, y mucho menos organizar un plan para sacarlo de su pobreza. Así, el gato con sus botas nuevas y un saco, salió de caza y muy pronto capturó un conejo. Contento por su triunfo, el gato con botas recogió el saco y fue al palacio real, donde pidió hablar con el rey para entregarle un presente de su amo. Los guardias lo dejaron entrar y, ya frente al monarca, el gato exclamó: -Su Majestad, permítame entregarle este obsequio de mi amo el Marqués de Carabás. El rey nunca había oído hablar de aquel Marqués, pero los conejos tenían tan buena carne, que enseguida pensó que se trataba de un muy buen cazador y encantado, aceptó el regalo. -Gracias por este regalo, gato –dijo el rey-. Asegúrate que tu amo reciba mi gratitud y dile que es bienvenido en nuestra corte. El gato estaba como loco de contento y rápidamente fue a contarle a su dueño lo sucedido. Al día siguiente, el gato repitió su operación. Esa vez, fueron dos perdices y a cambio recibió una propina del rey, que vino muy bien al joven que no se podía su suerte con aquel gato. El tiempo fue pasando y durante meses el gato llevó todo tipo de festines al rey, que siempre le daba algo a cambio y le manifestaba su interés por conocer al Marqués de Carabás que tantos detalles tenía con él. Un buen día, el rey salió en su carruaje junto a su hija, la bella princesa Anette, a dar un paseo por la ribera del río. Cuando se enteró, el gato le dijo a su amo: -Confía en mí, báñate en este río, no respondas aunque te pregunten y serás rico. El joven hizo lo que le pidió el gato sin entender nada. En definitiva, llevaba ya varios meses viviendo del dinero que le llevaba cada día. Cuando el carruaje pasó por las cercanías del sitio exacto en el que el joven se bañaba, el gato comenzó a gritar: -socorro! Socorro! Unos ladrones han asaltado a mi amo y se han llevado su ropa. No puede salir del río. El Rey, que lo escuchó mandó parar su carruaje. Había reconocido al gato y preocupado por la suerte del noble Marqués de Carabás, le pidió al gato que le contase la historia con todos los detalles. Así lo hizo el gato y de este modo se ganó la confianza del monarca, que ordenó dar ropas lujosas al Marqués, para que pudiera salir del agua. Y así, aceptó la invitación del rey a acompañarlo a él y su hija en el carruaje, durante el resto del paseo. … Mientras tanto, el gato con botas se dirigió rápidamente hacia el castillo de un enorme ogro que vivía en unas tierras cercanas. -Querido ogro -dicen por ahí que eres capaz de transformarte en cualquier animal, es cierto? El ogro, que era muy engreído respondió: -Por supuesto que es cierto. Y en ese momento se transformó en un fiero león. -Ohhh! -Exclamó el gato con admiración. -Es cierto que también puedes convertirte en un pequeño animal, como un ratón? -Claro que sí! -Vociferó molesto el ogro. No le gustaba que dudaran de él. Acto seguido se convirtió en un pequeño roedor. El gato, se abalanzó sobre el pequeño animal y lo devoró en un santiamén. De este modo, el astuto gato se hizo dueño y señor del Castillo del ogro, que había desaparecido para siempre. Acto seguido empezó a preparar todo pues sabía que la carroza del rey estaba a punto de cruzar por esas tierras. Cuando el Rey pasó cerca del Castillo, oyó la voz del gato que decía en voz muy alta: -Querida majestad, bella princesa, ¡Sed bienvenidos al castillo de mi amo, el Marqués de Carabás! Pueden disponer de sus terrenos como gusten para descansar y volver cada vez que les apetezca. El Rey, abrumado por tanta riqueza al momento supo que el Marqués de Carabás era el hombre perfecto para casarse con la bella princesa y sucederlo en el trono. Y exactamente así fue cómo el joven humilde vivió feliz para siempre con su bella esposa y se convirtió en príncipe, estaba tan contento de que su padre le hubiera dejado en herencia un gato! Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

16. Manuela y el Ratoncito Pérez

2019/9/30

14:52

Hoy os traemos una nueva aventura del Ratoncito Pérez. Un bonito y emocionante cuento creado por nosotras y que por tanto no conocéis. Esperamos que os encante!! Manuela tenía 6 años. A la mayoría de sus amigas de clase ya se les habían caído varios dientes. Y a todas ellas, el ratoncito Pérez les había dejado un regalo bajo la almohada. Manuela estaba deseando que se le cayera un diente a ella también pero por más que se tocaba todos los días los dientes, ninguno se le movía. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

15. la ratita presumida

2019/9/25

09:26

Hoy os traemos un bonito cuento tradicional que seguramente todos conocéis pero que os encantará escuchar de nuevo. Aquí os traemos la Ratita Presumida! Había una vez, en un precioso y diminuto pueblo, una bonita casa rosa donde vivía una ratita. A la ratita le encantaba cuidar de su casita y tenerla muy limpia. Cada mañana después de limpiar la casa por dentro salía a limpiar su portal. Barría y barría la entrada de la casa mientras canturreaba contenta. Pero además de hacendosa, la ratita era muy presumida. Una mañana, cuando estaba barriendo y cantando, vio algo que brillaba en el suelo y se agachó para saber qué era. ¡Llena de alegría, recogió una moneda!, y dijo: -¡Que suerte! Con esta moneda redonda y dorada, ¿qué podría comprar? ¿Tal vez caramelos de menta o de fresa? Y ella misma contestó: -Ni hablar. ¡Mis dientes se estropearían! Y siguió pensando: -¿Acaso un traje de fina seda? Pero se contradijo otra vez: -Ni hablar. ¡Tendré mucho que planchar! Por fin se decidió: -Ya sé, ya sé, un lacito rojo, es lo que compraré. Se fue corriendo a la tienda y compró un hermoso lazo de terciopelo rojo, que se puso en la colita. Por la tarde, la ratita salió y se sentó ante el portal de su casa, para lucir su nuevo lazo y presumir ante todo el que pasara. El primero que pasó fue un burro que, al verla tan elegante, exclamó: -Ay, ratita, mira que paso por aquí cada día, pero nunca me había dado cuenta de ¡lo rebonita que eres! Al oír sus palabras, la ratita presumida se ruborizó y dijo: -Oh, señor Burro, eres muy galante, muchísimas gracias. Pensando si le haría caso, el burro soltó un suspiro: -¿Te casarías conmigo? Pero antes de contestar, ella a su vez, preguntó: -Y por la noche ¿qué ruido harás? El burro rebuzno con voz de tenor: Hiah, hiah, ho, hiah, hiah, ho. -Ni hablar. Con tanto ruido me despertarás. Contigo no me he de casar. El burro se marchó, ofendido por sus palabras. Poco después pasó un gallo que, al verla tan guapa, se entusiasmó: -Ay, ratita, tanto tiempo hace que te veo en el portal, pero hasta ahora no había caído en lo rebonita que eres. -Oh, qué amable eres, amigo gallo, muchísimas gracias. El gallo pensó que las tenía todas consigo y aleteó: -¿Te casarías conmigo? Pero antes de responder, ella a su vez, preguntó: -Y por la noche ¿qué ruido harás? Y el gallo cantó con fina voz: Qui qui ri quí. Qui qui ri quí. -Ni hablar. Con tanto ruido me asustarás. Contigo no me he de casar.  Y el gallo se alejó, dolido por sus palabras.   Frente a la casa de la ratita presumida vivía un ratoncito, que llevaba mucho tiempo enamorado de ella en silencio. Se dedicaba a admirarla desde su ventana pero no se atrevía a confesarle su amor. Sin embargo, aquel día, viendo que a la ratita presumida la rondaban varios pretendientes, decidió presentarse. Se acercó a ella y la saludó. -Hola vecinita, ¿cómo estás hoy? La ratita, sin hacerle mucho caso, le contestó: -Ah, eres tú, estoy muy bien, gracias. Pero Ratoncito insistió: -Siempre que te veo, todos los días, estás preciosa. Pero ¡hoy lo estás aún más! Y muy seria, ella lo despidió: -Te lo agradezco, pero tendrás que disculparme porque estoy muy ocupada y no puedo seguir charlando contigo. El pobre Ratoncito volvió a su casa abatido y tuvo que conformarse con seguir mirándola desde su ventana. Al cabo de un rato pasó por allí un precioso y astuto gato de angora con un bonito cascabel de plata en el cuello. El gato se detuvo y dijo maliciosamente: -Muy buenas tardes, hermosa Ratita, siempre que paso por aquí y te veo, pienso una cosa y hoy te la voy a decir: ¡eres la muchacha más rebonita del barrio! ¿Lo sabías? -Oh, ¡qué cosas dices, Don Gato, eres todo un caballero, no merezco tus elogios, muchísimas gracias! El gato, envalentonado, pensó: Estoy de suerte, creo que le gusto, y se apresuró a proponer: -¿Quieres casarte conmigo? -Tal vez -dijo Ratita complacida -pero antes tengo que hacerte una pregunta. Por la noche ¿que ruido harás? El gato comprendió que, si contestaba lo que la ratita esperaba oír, tenía todas las de ganar, y con su voz más suave maulló dulcemente:  Miauu, miauu, michi, michi, michi, miau... -Oh, sí -aplaudió la ratita-. ¡Contigo me puedo casar, pues con ese delicado maullido me arrullarás! La ratita decidió invitar al precioso gato a entrar a su casa a merendar y poder así hablar de los preparativos de la boda. La ratita invitó al gato a sentarse en el sillón frente al fuego de la chimenea mientras ella iba a preparar algo para merendar. Mientras ella estaba preparando unos deliciosos sandwiches, el gato se acercó sigilosamente a la cocina. Entonces, mostrándole sus fieros colmillos y sus verdaderas intenciones, el gato le dijo: -¡Ja, ja, ja, mi inocente ratita, hazte a la idea de que vas a ser tú la comida! La ratita presumida empezó a temblar, estaba muerta de miedo… De repente apareció su vecino Ratoncito, que, como no se fiaba un pelo, había estado observando desde la ventana. Ratoncito cogió del fuego de la chimenea una rama con fuego y se la pasó al gato por la punta de la cola y el muy traidor huyó aullando de dolor. En ese momento, el ratoncito dijo con ternura: -Ratita, Ratita, mi ingenua y presumida Ratita, bien sabes que eres la más bonita. Y luego, muy nervioso, con un hilo de voz, pidió: -¡Cásate conmigo! Y aunque Ratita ya estaba decidida, igualmente preguntó: -Y por la noche, ¿qué ruido harás? -Dormir y callar -le respondió él. Entonces la ratita presumida consintió: -Oh, sí, ¡contigo me he de casar! Ratoncito y Ratita se casaron enseguida y vivieron muy felices en su rosada casita. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado.

14. La nueva vida de Nico

2019/9/23

12:24

Para el capítulo de hoy os hemos preparado un cuento apasionante creado por nosotras mismas. Se trata de la emocionante historia de un niño llamado Nico. Nos os la perdáis porque os va a encantar. Nico era un niño muy sociable, tenía muchos amigos y le encantaba su colegio. Faltaba un mes para su cumpleaños y ya tenía en su cabeza una lista con todos los niños que invitaría y sus actividades favoritas. Este año cumplía 8 años. Por eso nada hacía presagiar lo que iba a ocurrir ese día al llegar a casa. Como cada tarde, su mamá recogía a Nico, a Isabel y a Lucía en el colegio. Nico era el hermano mayor y sus hermanas lo imitaban en todo lo que hacía. -Vamos niños, he preparado una merienda especial y papá tiene algo importante que contaros -Dijo Inés, la mamá de Nico. A Nico le pareció que su mamá estaba un poco más seria de lo normal pero sólo podía pensar en que había tortitas de chocolate en casa, así que no preguntó. Cuando llegaron a casa, Alberto, su papá les esperaba en la puerta. Olía de maravilla. Los niños dejaron sus mochilas, se lavaron las manos y corrieron a la cocina. Alberto carraspeó: -ejemm niños, como bien sabéis yo soy ingeniero y llevo meses preparando un proyecto muy importante… -¿Qué es “ingieneiro”, papá? -Preguntó Lucía con la boca llena. -Es mi trabajo cariño, me dedico a diseñar y construir aeronaves, pistas de aterrizaje… y este año teníamos un encargo muy grande y finalmente se ha aprobado y tengo que construir un avión en Houston, ni más ni menos. Veréis, sois pequeños para entender ciertas cosas, pero lo importante es que vuestra madre y yo hemos decidido que no nos separaremos, nos vamos los 5 a vivir a Norteamérica los próximos 3 años. Os vendrá muy bien aprender inglés y estaremos juntos, como siempre. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

13. Los músicos de Bremen

2019/9/18

07:53

Para el episodio de hoy hemos elegido un divertido cuento de los hermanos Grimm que cuenta la aventura de 4 animales: Un burro, un perro, un gato y un gallo. Os va a encantar! Érase una vez un viejo campesino que tenía un asno. Durante muchos años el asno le había servido para llevar los sacos de trigo al molino, pero ya estaba cada vez mayor e inservible y el campesino pensó en deshacerse de él. El asno era listo, se imaginaba lo que iba a suceder y no se lo pensó dos veces. En el fondo siempre había querido ser músico, no ahbía podido llevar la vida que le hubiera gustado pero ahora que se hacía mayor sabía que lo tenía que intentar. Tocaba desde niño el laúd y decidió escapar de aquel campesino y probar suerte… Iría a Bremen. Por el camino se encontró con un perro cazador que agotado, respiraba con dificultad. -Estás bien amigo? -Le preguntó. -Sí, gracias. Estoy huyendo de mi amo, quiere matarme porque soy viejo y ya no le sirvo para sus cacerías. ??- ¿Por qué no te vienes conmigo? Voy camino de Bremen, a buscar suerte como músico. Juntos podríamos formar una banda… tu podrías tocar los timbales. ¿Qué me dices???Y así, el asno convenció al perro y juntos continuaron su camino hacia Bremen. Al rato, se encontraron con un gato gris con mala cara.??- ¿Qué te pasa minino? - preguntó el asno ?- Que no tengo adónde ir. -Lloró el gatito. -Mi ama ha tratado de ahogarme porque estoy viejo y me paso el día tumbado junto al fuego. ?- ¿Y por qué no te vienes con nosotros? Vamos a Bremen, a formar una banda de música. -Le respondieron al unísono el asno y el perro.??El gato dijo que no sabía mucho de música, pero como no se le ocurría nada mejor aceptó y se unió a ellos. Un rato después, los tres amigos se encontraron con un gallo, que chillaba desesperado.??- ¿Por qué gritas gallo? – preguntó el asno. ?- Porque mi ama va a echarme a la cazuela esta noche. Por eso grito mientras estoy vivo. ?- Ohh, no malgastes tu tiempo y vente con nosotros. Vamos a Bremen y tienes buena voz así que eres perfecto para nuestra banda de música. ??Continuaron caminando los cuatro animales toda la tarde y gran parte de la noche, pero Bremen estaba muy lejos, no podrían llegar tan rápido. De pronto, vieron luz en una casa al otro lado del bosque y decidieron acercarse. Se dieron cuenta de que un grupo de ladrones estaban a punto de darse un gran festín de comida y con el hambre que tenían decidieron que tenían que hacer algo para echar de la casa a aquellos ladrones. ??El asno se colocó bajo la ventana, el perro se subió encima de su lomo, el gato encima del perro y el gallo encima de la cabeza del gato. Así, unos encima de otros, empezaron a rebuznar, ladrar, maullar y cantar con toda su alma. Rompieron incluso la ventana y armaron tal estruendo que los ladrones huyeron despavoridos creyendo que se trataba de un fantasma. ??Los 4 animales cenaron hasta que ya no pudieron comer más y se echaron a dormir. El asno eligió un montón de paja del viejo establo, el perro se fue detrás de la puerta, el gato prefirió las cenizas del hogar y el gallo se colocó en lo alto de una viga.??En mitad de la noche uno de los ladrones, viendo a lo lejos que la casa parecía en calma se armó de valor suficiente y decidió volver.??Pero cuando llegó la casa estaba a oscuras, como no veía nada, confundió los ojos del gato con las brasas del hogar, acercó una cerilla y el gato le arañó la cara, fue corriendo hacia la puerta y se llevó un mordisco del viejo perro en el culo, salió corriendo fuera de la casa, pisó la paja y el asno le dio una coz y justo en ese momento el gallo empezó a cantar desde la viga ¡¡Kirikíi!!Kikirikiii!!??El ladrón, aterrorizado, corrió todo lo rápido que pudieron sus pies y cuando llegó a la zona del bosque donde le esperaban los demás ladrones exclamó: ?- ¡En la casa hay una vieja con la uñas muy largas que me ha arañado la cara, detrás de la puerta un hombre pequeño con un cuchillo que me lo ha clavado en la pierna, y fuera un monstruo peludo y gris que me ha golpeado con un terrible mazo!! Y encima del tejado un ser horrible que gritaba ¡Que venga el ladrón a mí! ¡que venga el ladrón a mí!??Tras escuchar su relato, los ladrones decidieron huir muy lejos y nunca volver a aquel horrible lugar. Se lo contaron a todo el mundo de la zona y desde entonces, nadie ha vuelto a molestarles. Los 4 amigos nunca fueron a Bremen y se quedaron felices a vivir allí. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

12. El cumpleaños del paje Federico

2019/9/16

12:02

Para el episodio de hoy os traemos una nueva aventura de nuestro querido paje Federico. Es un precioso cuento original creado por nosotras y en él os contamos las aventuras que le ocurrieron a Federico en su primer cumpleaños en el palacio de los Reyes magos. No os lo perdáis... Faltaban pocos días para el cumpleaños de Federico y los Reyes Magos estaban muy emocionados. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

11. El arca de Noe

2019/9/11

08:31

En nuestro episodio de hoy os contamos en forma de cuento un relato de la Biblia conocido por todos: El arca de Noe. Seguro que os encanta! Hace muchísimos años, cuando sólo hacía unos siglos que existía la especie humana sobre la tierra, un bondadoso anciano llamado Noé, que se ganaba la vida pastoreando ovejas, paseaba con sus animales por la montaña cuando el cielo se cubrió de nubes y por una pequeña brecha que quedaba apareció Dios y le dijo: Noé, la humanidad está perdida, pero tú puedes hacer algo para salvarla. El anciano no daba crédito a lo que estaba viendo. Incluso se calló al suelo de culo del susto, cuando Dios prosiguió: Te encomiendo una tarea muy importante. Has de construir una gran embarcación de madera y meter en ella una pareja de cada especie animal. Pero señor, ¿por qué debo hacer eso? - preguntó Noé sorprendido Un rayo surcó el cielo y Dios exclamó: Un gran diluvio caerá sobre vosotros e inundará toda la tierra. Tú debes asegurarte de que una pareja de cada animal se salve. Sin salir aún de su asombro, Noé aceptó y volvió al pueblo a recoger maderas y ponerse manos a la obra. Utilizo miles y miles de tablones de madera, y muchos kilos de clavos, hasta que, poco a poco, con mucho esfuerzo y ayuda de su familia, consiguió terminar el arca. Una embarcación tan grande que a penas se distinguía el principio del final. Una vez terminada, Noé comenzó la búsqueda de cada una de las parejas de animales. Comenzó por los fáciles: ovejas, corderos, caballos y gallinas…. y siguió con los más difíciles: leones, elefantes, cocodrilos y ágiles rapaces. Así poco a poco comenzó a llenar el arca, incluso con hormigas, grillos y saltamontes, todos los animales estaban allí, y junto a su familia: mujer, sus tres hijos Sem, Cam y Jafet y las tres esposas de sus hijos, se preparó para la llegada del diluvio. - Aquí estaremos a salvo - dijo convencido Noé Esperaron y esperaron, incluso pasaron días, y la lluvia no llegaba. Noé intentó convencer a su familia de que lo del diluvio era cierto, pero los ánimos decayeron. Papá, todo esto ha sido una locura - dijo uno de sus hijos Nos vamos a casa - dijo su mujer Y cuando la familia se dispuso a soltar de nuevo a los animales y abandonar el arca, una gota de lluvia cayó sobre la frente de Noé. Dios mío, era cierto - exclamó (tic, tic, tic, tic….) Gota a gota comenzó a caer lluvia sobre sus cabezas. Al principio era suave, pero la brisa pronto dio paso a un fuerte viento, y la lluvia al granizo, y cientos de relámpagos comenzaron a recorrer el cielo. Todo el horizonte se encapotó, y las tierras secas del valle en la que vivía Noé comenzaron a inundarse. Pasaron 40 días y 40 noches y en ningún momento dejó de llover. Las más altas montañas quedaron cubiertas por las aguas y desapareció todo rastro de vida sobre la faz de la tierra. El arca navegaba entre las olas y los animales se mantuvieron a salvo como pudieron. Gracias Noé por salvarnos - dijo una de las esposas de sus hijos Así lo ha querido Dios - respondió el anciano Cuando por fin dejó de llover, empezó a soplar un suave viento que hacía ondear los ropajes de la familia, y poco a poco fue bajando el nivel de las aguas, hasta que el arca comenzó a flotar sobre el monte Ararat. Está amainando - exclamaron Los animales estaban hambrientos y deseosos de salir, pero aún era peligroso bajarse. Noé abrió una ventana que había construido en la parte superior del arca, justo encima de los hipopótamos y las jirafas, y soltó un cuervo para averiguar si el nivel del agua había bajado del todo. Si consigues posarte en un cacho de tierra, habremos llegado - le dijo Noé al cuervo antes de que alzase el vuelo Pasaron las horas y el cuervo regresó sin señales de haber encontrado tierra. Siete días más tarde, Noé volvió a abrir la venta, por la que casi se escapan los monos, y soltó una bella paloma blanca. Si consigues posarte en un trozo de tierra, habremos llegado - le dijo Noé a la paloma antes de que alzase el vuelo Pasaron las horas, y esta vez la paloma regresó con una muy buena noticia. Ésta regresó con una ramita de olivo en el pico ¡Había encontrado un lugar al que regresar! Navegaron en la dirección de la que había regresado la paloma y encontraron la ansiada tierra. Anclaron el arca y Noé, su esposa, sus hijos y todos los animales que habían embarcado con ellos comenzaron a bajar a tierra firme donde poco a poco comenzaron a crear más y más vida. Las vacas correteaban felices, los canguros pegan botes y los perros y gatos encontraron un lugar en el que ser amigos. Gracias a la hazaña de Noé, Dios prometió que jamás volvería a enviar una lluvia tan terrible como aquella sobre la tierra, y así fue. El anciano y su familia vivieron felices apaciblemente, labrando la tierra y cuidando de los animales para siempre. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado

10. Juan sin miedo

2019/9/9

09:11

En el episodio de hoy os contamos el cuento de Juan sin miedo ¿Lo conocéis? Si vosotros también sois muy valientes seguro que os encantará ;) Hace muchos años existió una vez, en una pequeña aldea perdida, un hombre ya mayor con sus dos hijos. Su hijo mayor era un chico constante y muy trabajador, que colmaba de alegría continuamente a su padre. Obediente y dispuesto, trabajaba sin descanso y siempre cuidaba de su padre. El hijo más pequeño, sin embargo, era una calamidad, desde bien pequeño sólo le daba disgustos a su cada vez más preocupado padre: -Hijo mío- Le dijo un buen día el padre a su hijo pequeño - Tengo poco que dejarte cuando me vaya, y no has hecho nada por tener un trabajo que te guste y del que poder vivir cuando me vaya decentemente. -Piénsalo bien Juan: ¿Qué te gustaría hacer? -No te preocupes tanto por mí papá, además eso no es cierto. Hace tiempo que oigo historias y leyendas llenas de monstruos que aterran a todos cuantos las escuchan, y sin embargo, a diferencia del resto yo no siento ningún miedo. -¡Lo que más me gustaría hacer es aprender a sentir miedo! Muy disgustado el padre, ya no sabía qué hacer con Juan y creyendo que su hijo pequeño no se tomaba la vida en serio, le dijo enfadado: -¿Pero de qué vas a vivir Juan? Crees que eso será suficiente para tu futuro? ¡Pues entonces márchate a buscar el miedo! Tras oír aquellas palabras, Juan preparó su petate, decido a correr aquella aventura a pesar de la negativa de su familia se despidió de su padre y de su hermano mayor y emprendió su camino. Al comenzar su viaje por tierras lejanas a las suyas, se encontró a un sacristán con el que se decidió a entablar una conversación, cansado como estaba de caminar solo y en silencio. -Buenos días sacristán, Soy Juan Sin Miedo- Le dijo. -Qué curioso nombre tienes, pequeño- Respondió sorprendido el sacristán. Juan, que estaba decidido a conocer esa sensación le preguntó: -¿Podría enseñarme usted lo que es el miedo? Siempre he vivido sin él, y he emprendido este camino lejos de mi casa para poder encontrarlo. Tengo mucha curiosidad, todo el mundo tiene miedo por algo en determinadas ocasiones, menos yo. -Tal vez sí pueda ayudarte, pequeño. Según una leyenda, más allá del valle, existe un temible castillo gobernado por un mago malvado. El dueño del castillo, un pobre rey ha prometido una gran recompensa a aquel que se atreva a enfrentarse al mago y a hacerle salir de su castillo. Hasta ahora todos lo que lo han intentado han huido muertos de miedo. Sin duda allí podrías intentarlo, tal vez encuentres allí el miedo. Decidido, el joven Juan emprendió su camino dispuesto a no parar hasta que divisara las torres del Castillo. Nada más llegar, Juan se acercó a la puerta de los dos guardianes reales, que la vigilaban de día y de noche. -Hola, soy Juan Sin Miedo y me gustaría ver a vuestro Rey. El guardián más fuerte acompañó a Juan al salón Real a ver al Rey. Una vez allí el monarca le explicó lo que tenía que hacer para liberar el Castillo de aquel perverso mago. -Verá Majestad, yo sólo he venido aquí a averiguar lo que es el miedo. Nunca lo he sentido. -Qué valiente y honesto! -Pensó el Rey entristecido. Ya no le quedaban esperanzas de recuperar de nuevo su Castillo. Juan fue acompañado a sus aposentos y la primera noche en el castillo, mientras dormía le despertó una voz espeluznante que venía de las tinieblas. -¿Quién eres y porqué te atreves a despertarme? -Preguntó Juan sin Miedo Y por más alaridos y gritos siniestros que realizó el fantasma sólo consiguió burlas y risas por parte de Juan. A la mañana siguiente el rey se acercó a visitar a Juan advirtiéndole de que todavía le quedaban dos noches en el castillo para conseguir su objetivo y cumplir la promesa de liberar el castillo del malvado mago. Juan asintió y se dispuso a dormir la segunda noche, de nuevo se escucharon unos alaridos que le despertaron. Tras ellos, Juan se dispuso a cortar la cadena que arrastraba el fantasma que le había desvelado aquella segunda noche, y tras cortarla el fantasma desapareció para siempre de la habitación y del castillo. El monarca consideraba que toda aquella valentía no era suficiente para enfrentarse al maléfico mago, y de este modo Juan Sin Miedo llegó a la tercera noche, y una vez dormido, escuchó los ruidos de una momia terrorífica que le molestaba. -¿Por qué me despiertas, momia pesada?- Preguntó Juan. Al no recibir respuesta Juan Sin Miedo tiró de la venda de la momia, tras la cual, se encontraba el malvado mago. -Parece que mi magia no responde frente a ti. Déjame escapar y liberaré al castillo de mi encantamiento- Dijo el mago, enfadado. ¡Qué alegría sentía el rey y todos los habitantes! Todos se reunieron a las puertas del castillo para celebrar lo valiente que había sido Juan Sin Miedo y honrarle por su hazaña. Así, el rey le ofreció vivir en su castillo, y Juan permaneció allí mucho tiempo, convencido de que nunca conocería el miedo. Pasaron los años, hasta que una de las hijas del rey derramó una jarra de agua helada sobre la cabeza de Juan sin Miedo, aprovechando un despiste de este. -¡Qué horror! ¡Qué miedo!- Exclamó exaltado Juan retirándose el agua del rostro.-Por fin me he asustado! Pero no se lo cuentes a nadie, este será nuestro secreto. Y así, con un sencillo vaso de agua helada, fue como Juan descubrió lo que era el miedo. -¡Quién lo iba a decir! La joven princesa decidió guardar el secreto de lo ocurrido para que todos siguiesen conociendo a aquel hombre como “Juan Sin Miedo”. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

9. Greta y la pócima mágica

2019/9/9

12:31

En este episodio os contamos un cuento que os va a encantar. Se trata de un cuento creado por nosotras y que cuenta las aventuras de una niña un poco brujita. No os lo perdáis y dadle al play! Greta era una niña muy lista. Con 9 años, cada sábado por la mañana pasaba 3 horas en la biblioteca que había frente a su casa leyendo y leyendo. Todos los cuentos que caían en sus manos eran siempre sobre brujas, pócimas y encantamientos. Ella quería ser una brujita de verdad. Cuando llegaba su cumpleaños, pedía cuentos de aventuras de brujas. A los Reyes Magos, les pedía siempre cuentos de brujas y encantamientos. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

8. Pulgarcito

2019/9/9

10:34

Para el episodio de hoy hemos elegido el cuento clásico de Pulgarcito. Esta es la historia de un niño tan pequeño tan pequeño que tenía prácticamente el tamaño de un dedo pulgar, por eso le llamaban Pulgarcito. Pulgarcito era el pequeño de 7 hermanos y aunque era pequeño era muy listo y perspicaz. Junto con sus hermanos y sus padres, pulgarcito vivía en una humilde casa en el campo. Sus padres eran leñadores y con el dinero que tenían apenas les llegaba para poder dar de comer a sus siete hijos. Una noche, los padres estaban hablando de los problemas que tenían a causa de ser pobres y Pulgarcito, que todavía no se había dormido, oyó la conversación dese su habitación. Triste y preocupado pensó que debía buscar una solución para ayudar a sus padres. A la mañana siguiente, se reunió con sus hermanos en el pajar, y les contó lo que había escuchado. Después añadió: No debéis preocuparos más sobre la situación de nuestros padres ¡Tengo la solución! Debemos de buscar tesoros y riquezas. Mañana, cuando vayamos en busca de leña, nos esconderemos y esperaremos a que papá y mamá se cansen de buscarnos. Después emprenderemos nuestro viaje en busca de fortuna. Enseguida, algunos de los hermanos se mostraron temerosos a abandonar su hogar y vagar a oscuras en el bosque. - ¿Y si luego no sabemos volver a casa?, decían algunos de los hermanos Ya lo he previsto todo, dijo Pulgarcito, mientras caminemos, dejaremos miguitas de pan por el suelo, y así encontraremos fácilmente el camino de regreso. Esto terminó de convencer a sus hermanos. Esa misma tarde, se fueron con sus padres a recoger ramas al bosque. Sigilosamente, los hermanos emprendieron su plan, y se escondieron poco a poco en el bosque para que sus padres no pudieran encontrarles. Pronto cayó la noche, y los padres muy tristes regresaron a casa. Los hermanos, intentaron encontrar el camino para poder emprender su viaje pero los pájaros se habían comido las migas de pan que habían ido dejando ¡Estaban perdidos en el bosque! Algunos de los hermanos empezaron a tener mucho miedo. Era de noche y no sabían volver a casa. Para calmarlos, Pulgarcito se subió a la copa de un árbol con el propósito de encontrar de nuevo el camino a casa, y, aunque se habían internado mucho en el bosque, divisó una luz en la lejanía. ¡Puedo ver una casa! Los 7 hermanos emprendieron el camino en dirección a la luz que había visto Pulgarcito. Tras caminar bajo el frío de la noche, los hermanos llegaron a una casa enorme y lujosa, donde una anciana les abrió la puerta. - Buenas noches, les dijo la anciana ¿Qué hacéis aquí? Somos siete niños, nos hemos perdido en la oscuridad de la noche y no sabemos dónde ir. ¿Sería usted tan amable de dejarnos pasar? – sugirió el pequeño. ¿No sabéis de quien es esta casa? – respondió la mujer desconcertada. Todos negaron con la cabeza, y con ternura y algo de temor, la mujer les explicó que allí vivían ella y su esposo, un temible ogro, que amaba cenar sopa hecha con niños pequeños. Los niños se asustaron muchísimo. Sin embargo estaban tan cansados y asustados que le pidieron si podría dejarles pasar allí la noche y esconderles en algún lugar de la casa donde no pudiese encontrarles el malvado Ogro. La señora les llevó a una habitación en el piso de arriba y les sugirió que se escondieran debajo de la cama. Tal y como esperaban, al cabo de un rato llegó el malvado ogro: ¡Mujer!, ¡Hay carne fresca en mi casa, puedo olerlo! Un escalofrío recorrió los cuerpecitos de los siete hermanos mientras oían como el ogro iba buscándolos por toda la casa. Finalmente entró en la habitación donde estaban escondidos. Los 7 hermanos contuvieron la respiración mientras el ogro miraba dentro de los armarios y detrás de las cortinas. Finalmente se agachó y miró debajo de la cama. Allí estas los niños, aterrorizados. Al verlos el Ogro no lo dudó e inmediatamente quiso devorarlos, pero su mujer le convenció de que los dejara para el día siguiente. Pulgarcito, que era muy observador, vio que en la habitación de a lado dormían las 7 hijas del Ogro, y que cada una llevaba una corona dorada, por lo que, mientras todos dormían, tomó las coronas y las colocó en la cabeza de sus hermanos. A media noche, el ogro muerto de hambre se despertó y dijo: No puedo esperar hasta mañana. Me comeré a esos niños ahora mismo. Al entrar en la habitación donde debían estar los niños vio los cuerpecitos tapados con mantas y las 7 coronas sobresaliendo de ellas. Estás son mis hijas, dijo– y salió de la habitación para seguir buscándolos por la casa y zampárselos. Gracias a la astucia de Pulgarcito, todos pudieron salir corriendo de allí mientras el Ogro los buscaba por la casa. Al día siguiente, el Ogro despertó de con mucha hambre y de muy mal humor por no haber podido encontrar a los niños por la noche. Cuando descubrió que habían huido, se puso sus botas de siete leguas (unas botas mágicas que le hacían correr extraordinariamente rápido) y salió en su busca. Cuando ya le falta poco para atraparlos, el ogro no pudo seguir más y exhausto se quedó dormido junto a un árbol. A los pocos minutos el ogro roncaba sonoramente y Pulgarcito aprovechó el momento para robarle las botas mágicas. Se le había ocurrido una brillante idea con la que castigaría al Ogro por su maldad y salvaría a su familia de la pobreza. Pulgarcito se puso las botas del Ogro y les dijo a sus hermanos: - Volved a casa cuanto antes. No vaya a ser que el Ogro despierte. Yo voy a llevar a cabo mi último plan y pronto me reuniré con vosotros. Pulgarcito empezó a correr con las botas de siete leguas y llegó a casa del Ogro donde estaba su mujer. Ha ocurrido una desgracia – le dijo Pulgarcito a la mujer del ogro -su marido ha sido atacado, y me ha dicho que venga hasta aquí con sus botas mágicas para coger todas sus riquezas y así poder pagar por su libertad. La mujer le entrego monedas, collares, piedras preciosas y demás tesoros. El hábil Pulgarcito metió todas las riquezas del Ogro en un saco y todavía con las botas puestas regresó a su casa. Allí su familia le recibió con gran alegría al verle llegar sano y salvo y más al ver todo lo que contenía aquel saco que sin duda les ayudaría a salir de la pobreza. Desde ese día, ni sus padres ni sus seis hermanos volvieron a pasar necesidades y fueron felices para siempre. Jamás volvieron a saber nada del horrible Ogro. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

7. El rey Midas

2019/9/9

09:42

Para este episodio hemos elegido un cuento basado en un relato de la mitología griega. Se trata de la historia del Rey Midas, un Rey al que le fue otorgado el poder de convertir todo lo que tocaba en oro. Nos os perdáis este cuento que esconde una importante moraleja sobre lo realmente importante de la vida. Esperamos que os guste. Érase una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. Tenía más oro que nadie en todo el mundo, pero a pesar de eso no le parecía suficiente. Nada le daba más alegría que acumular riqueza y por eso tenía grandes salas subterráneas llenas de oro en su palacio, donde pasaba horas contando su tesoro. ?Midas tenía una hija llamada Caléndula. La quería muchísimo, y decía: "Será la princesa más rica del mundo". Sin embargo, la pequeña Caléndula no daba importancia a su fortuna. Amaba su jardín, sus flores y el brillo del sol más que todas las riquezas de su padre. Era una niña muy solitaria, pues su padre siempre estaba buscando nuevas maneras de conseguir oro, y contando el que tenía, así que rara vez le contaba cuentos o salía a pasear con ella, como deberían hacer todos los padres.??Un día el rey Midas estaba en su sala del tesoro. Había cerrado con llave las gruesas puertas y había abierto los cofres donde guardaba el oro y lo tocaba con adoración. Lo dejaba escurrir entre sus dedos y sonreía al oír el tintineo, como si fuera una dulce música. De pronto oyó un ruido a su espalda. Al volverse, el rey vio a un sonriente desconocido con un reluciente traje blanco. Midas se sobresaltó. ¡Estaba seguro de haber atrancado la puerta! ¡Su tesoro no estaba seguro! Sin embargo, el desconocido no parecía querer quitarle el tesoro, sólo le sonreía. ?- Tienes mucho oro, rey Midas -dijo. "Sí -respondió el rey-, pero es muy poco comparado con todo el oro que hay en el mundo." "¿Qué? ¿No estás satisfecho?" -preguntó el desconocido. "¿Satisfecho? -exclamó el rey-. Claro que no. Paso muchas noches en vela planeando nuevos modos de obtener más oro. Ojalá todo lo que tocara se transformara en oro." "¿De veras deseas eso, rey Midas?". "Claro que sí. Nada me haría más feliz." "Entonces se cumplirá tu deseo. Mañana por la mañana, cuando los primeros rayos del sol entren por tu ventana, tendrás el toque de oro."??Apenas hubo dicho estas palabras, el desconocido desapareció. El rey Midas se frotó los ojos. "Debo haber soñado -se dijo- , pero qué feliz sería si eso fuera cierto". A la mañana siguiente el rey Midas despertó cuando las primeras luces aclararon el cielo. Extendió la mano y tocó las mantas. Nada sucedió. "Sabía que no podía ser cierto", suspiró. En ese momento los primeros rayos del sol entraron por la ventana. Las mantas donde el rey Midas apoyaba la mano se convirtieron en oro puro. "¡Es verdad! -exclamó con regocijo-. ¡Es verdad!".??Se levantó y corrió por la habitación tocando todo. Su bata, sus pantuflas, los muebles, todo se convirtió en oro. Miró por la ventana, hacia el jardín de Caléndula. "Le daré una grata sorpresa", pensó. Bajó al jardín, tocando todas las flores de Caléndula y transformándolas en oro. "Ella estará muy complacida", se dijo.??Regresó a su habitación para esperar el desayuno, y recogió el libro que leía la noche anterior, pero en cuanto lo tocó se convirtió en oro macizo. "Ahora no puedo leer -dijo-, pero desde luego es mucho mejor que sea de oro". Un criado entró con el desayuno del rey. "Qué buena pinta tiene todo -dijo-. Ante todo quiero ese melocotón rojo y maduro." Tomó el melocotón con la mano, pero antes que pudiera saborearlo se había convertido en una pepita de oro. El rey Midas lo dejó en la bandeja. "Es precioso, pero no puedo comerlo", se lamentó. Levantó un panecillo, pero también se convirtió en oro. ??En ese momento se abrió la puerta y entró la pequeña Caléndula. Sollozaba amargamente, y traía en la mano una de sus rosas." ¿Qué sucede, hijita?", preguntó el rey. "¡Oh, padre! ¡Mira lo que ha pasado con mis rosas! ¡Están feas y rígidas!". "Pues son rosas de oro, niña. ¿No te parecen más bonitas que antes?". "No -gimió la niña-, no tienen ese dulce olor. No crecerán más. Me gustan las rosas vivas". “Bueno, no te preocupes, -dijo el rey-, ahora toma tu desayuno". Caléndula notó que su padre no comía y que estaba muy triste. "¿Qué sucede, querido padre?", preguntó, acercándose. Le echó los brazos al cuello y él la besó, pero de pronto el rey gritó de espanto y angustia. En cuanto la tocó, el adorable rostro de Caléndula se convirtió en oro reluciente. Sus ojos no veían, sus labios no podían besarlo, sus bracitos no podían estrecharlo. Ya no era una hija risueña y cariñosa, sino una pequeña estatua de oro. El rey Midas agachó la cabeza, rompiendo a llorar. "¿Eres feliz, rey Midas?", dijo una voz. Al volverse, Midas vio al desconocido de la noche anterior. "¡Feliz! ¿Cómo puedes preguntármelo? ¡Soy el hombre más desdichado de este mundo!", dijo el rey. "Tienes el toque de oro -replicó el desconocido-. ¿No es lo que querías? ¿Acaso no es suficiente?". El rey Midas no alzó la cabeza ni respondió. "¿Qué prefieres, comida y un vaso de agua fría o estas pepitas de oro?". El rey Midas no pudo responder. "¿Qué prefieres, oh rey, esa pequeña estatua de oro, o a tu preciosa niña viva, sonriente y cariñosa?". "Oh, devuélveme a mi pequeña Caléndula y te daré todo el oro que tengo -dijo el rey-. He perdido todo lo que tenía de valioso." "Eres más sabio que ayer, rey Midas -dijo el desconocido-. Zambúllete en el río que corre al pie de tu jardín, luego recoge un poco de agua y arrójala sobre aquello que quieras volver a su antigua forma. El rey Midas se levantó y corrió al río. Se zambulló, llenó una jarra de agua y regresó deprisa al palacio. Roció con agua a Caléndula, y devolvió el color a sus mejillas. La niña abrió los ojos azules. Con un grito de alegría, el rey Midas la tomó en sus brazos. A partir de ese momento el Rey entendió el valor verdadero de las cosas y nunca más se interesó en otro oro que no fuera el oro de la luz del sol, o el oro del cabello de la pequeña Caléndula. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado

6. La princesa Cisne

2019/9/9

08:29

Para este sexto episodio del podcast hemos elegido el cuento de la Princesa Cisne. No es uno de los cuentos más conocidos, aunque existe una película de animación sobre él. Seguro que os va a encantar! Érase una vez hace muchos, muchos años, un príncipe joven y valiente que se llamaba Sifredo. El joven vivía despreocupado y feliz y una noche, celebrando su 21 cumpleaños junto a sus amigos en los jardines de palacio, su madre, la reina lo miraba con disgusto. Estaba muy preocupada por la vida que llevaba su hijo y llegado el momento le contó que debía casarse y ser Rey, ella estaba cada vez más mayor y necesitaba descansar. Con este motivo, la reina decidió organizar un gran baile en palacio, un baile en el que invitarían a todas las jóvenes del reino y al finalizar la fiesta, Sifredo debería elegir esposa entre todas ellas. Sólo quedaba un día para el gran baile y Sifredo estaba triste y cabizbajo, no podría casarse por amor, le iban a obligar a elegir entre desconocidas en un baile que él odiaba. Esa noche decidió escaparse por última vez con sus amigos para animarse un poco. En ese momento, vieron pasar una bandada de preciosos cisnes en medio de la noche y uno de los chicos decidió iniciar una partida de caza. Emocionados, los chicos aceptaron el reto cogiendo sus armas en busca de los cisnes. Estuvieron toda la noche buscando a aquellos preciosos cisnes. Antes del amanecer, en busca de los cisnes, Sifredo se había separado de sus amigos y siguiendo un bonito camino, llegó a un precioso lago a orillas de un viejo y aparentemente abandonado castillo. Hechizado por la belleza de un cisne blanco como la nieve que nadaba en el lago, se acercó preparando su arma con la intención de dispararle pero se quedó atónito al ver la increíble belleza del animal, el cisne al percatarse de su presencia de repente, se transformó en una preciosa princesa llamada Odette. Odette y Sifredo, se sentaron bajo un enorme árbol y la princesa le contó, muy triste, que está bajo el hechizo de un malvado brujo, ella y sus amigas estaban condenadas para siempre bajo el hechizo que el brujo les impuso al cumplir los 16 años. Aquel día, los padres de Odette con motivo de su cumpleaños, dieron una gran fiesta en el castillo en su honor, pero en medio del baile, el malvado brujo se presentó allí y con su varita pronunció un conjuro por el que Odette y sus amigas se convertirían en cisnes durante el día y durante la noche volverían a su aspecto humano pero tendrían que vivir para siempre en el lago encantado cuyas aguas eran las lágrimas de los padres y familiares de las amigas de Odette. Este hechizo, sólo podría romperse si algún joven le demostraba amor verdadero a Odette. Sólo el amor rompería el hechizo y devolvería a Odette y a sus amigas su aspecto humano para siempre. Sifredo escuchó atentamente la historia, que ayudarla a deshacer el hechizo del malvado brujo. Se puso en pie de un salto al oir un chasquido detrás del gran árbol y cuál fue su sorpresa cuando descubrió al mismísimo brujo descenciendo del árbol en forma de búho. El brujo podía adoptar la forma de cualquier ave. Sifredo sacó su arma para acabar con el malvado hechicero pero Odette, le suplicó que no lo hiciera, ya que si él moría el conjuro no podría deshacerse. En ese momento, el brujo aprovechó para convertirse en búho y se marchó volando lejos de allí. El joven Sifredo se quedó pensativo, su cabeza no paraba de dar vueltas pensando cómo liberar a la bella Odette de aquella tortura. Finalmente, dio con la solución; Se acercó a hablar con las amigas de Odette que aún no se habían convertido en cisnes, el plan consistía en que ellas debían llevar a Odette a su palacio la noche siguiente durante el baile y él elegiría a la princesa en presencia de la reina y de todos los invitados a la fiesta. ?Más animado, se despidió de ellas y corrió en busca de sus amigos para contarles su aventura y hablarles de Odette. Aquella noche, en palacio, la reina había organizado la fiesta más increíble del mundo, su hijo mayor, el príncipe Sifredo, debía elegir esposa durante el baile y eso para Margaret era lo más importante en su vida como reina, estaba feliz y el palacio engalanado y precioso parecía de cuento. Unos fuegos artificiales dieron comienzo al baile, Margaret, la reina madre estaba sentada en su impresionante trono, al lado de Sifredo, que nervioso, no apartaba la vista de la puerta esperando la llegada de Odette. Así , comenzó el festejo. La reina le había pedido que bailara con seis princesas allí presentes antes de elegir a una pero Sifredo sólo esperaba que Odette y sus amigas llegasen a tiempo. Sin embargo, fue el malvado brujo el que de pronto apareció en el gran salón de baile, Sifredo no se lo podía creer: a su lado, avanzaba la princesa Odette! Lo que no sospechaba Sifredo es que era una trampa del brujo, en realidad la chica era su hija, la malvada Odile, el mago la había convertido en Odette durante unas horas para engañar al príncipe, y en vez de un vestido blanco, llevaba un vestido negro. Pero Sifredo creyó que estaba ante Odette y rápidamente le comunicó a la reina que elegiría a aquella princesa como su esposa. Mientras, en el gran ventanal del salón de baile, la verdadera Odette y sus amigas trataban de tocar el cristal para que Sifredo las viera y se diera cuenta de su tremendo error.??Pero nadie parecía verlas, Margaret dio el visto bueno a la boda de su hijo con la falsa Odette y el príncipe, emocionado, le juró amor eterno ante todos los invitados. En ese momento, el mago sacó su varita y transformó a su hija de nuevo en Odile, que estaba muy contenta con su engaño. Sifredo al darse cuenta de su error salió corriendo del Palacio en dirección al lago sin mirar atrás.??Allí estaba llorando Odette, sus amigas intentaban consolarla pero era inútil, Odette estaba muy muy triste por lo que acaba de presenciar. Sifredo le contó que había sido engañado por el brujo que apareció allí en ese momento: -Debes cumplir tu promesa de casarte con mi hiia, Odile, te ordeno que regreses al Palacio y cumplas con tu palabra de prícipe! Además, ya es tarde para Odette, ahora mismo la encerraré en la torre más alta del Castillo para siempre convertida en cisne! Dicho esto, el mago agitó su varita en dirección a Odette, que lo miraba horrorizada pero el príncipe sacó su ballesta rápidamente y disparó al mago en el corazón antes de que pudiera cumplir con su palabra ??El mago cayó al suelo herido de muerte y Sifredo aprovechó para quitarle el amuleto del cuello, sin él, todo volvería a la normalidad y sus hechizos se harían inservibles. Y así fue como la princesa Odette y sus amigas se transformaron de nuevo y para siempre en humanas: Juntos, regresaron al palacio donde la reina los esperaba ansiosa, ya estaba al corriente de todo lo sucedido y deseaba más que nadie que fueran por fin felices. La fiesta por la boda de Odette y Sifredo duró 3 días y noches en los que fueron inmensamente felices y no pararon de bailar… Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado.

5. La gran aventura de Federico

2019/9/9

12:22

Para el episodio de hoy hemos elegido un cuento muy especial. Se trata del primer cuento de una saga que promete ser larga. Se trata de la primera gran aventura de nuestro querido paje Federico ¿Os acordáis de él? Se trata del paje favorito de los Reyes Magos. En este cuento os contamos como empezó todo: Quién era Federico y cómo se convirtió en un paje de sus majestades los Reyes Magos de Oriente. Hacía ya 2 años que Federico vivía con sus tíos. Cuando sus papás murieron Federico fue a vivir a casa de unos tíos lejanos que se ocuparon de él. Sus tíos no eran malos pero siempre estaban muy ocupados y no tenían tiempo para jugar, ni para leerle cuentos… Ellos no habían tenido hijos y Federico no tenía niños con los que jugar. Federico se pasaba horas leyendo cuentos en su habitación: le encantaban las historias de piratas y de superhéroes. Un día, desde su habitación, Federico oyó como sus tíos hablaban con un señor que había venido a visitarles. No consiguió oír toda la conversación, solamente que el señor decía: Muy bien, mañana vendré a recoger a Federico. Federico no entendía que pasaba y cuando el señor se fue, bajó corriendo al salón y les preguntó a sus tíos quién era aquel hombre con cara tan seria y por qué decía que iba a pasar a buscarle al día siguiente. Los tíos de Federico le explicaron que como ellos no podían ocuparse de él habían decidido enviarle a un colegio que estaba en otro país donde aprendería mucho y haría nuevos amigos y que aquel señor era quien le llevaría a ese nuevo colegio. A Federico se le iluminó la cara. Un cole lleno de niños con quienes poder jugar. Le encantó la idea. Y aunque también estaba un poco nervioso por viajar hasta un país lejano con aquel hombre, decidió que merecía la pena. Apenas pudo dormir en toda la noche. Al día siguiente, su tía ya le había preparado el equipaje y después de desayunar llegó aquel hombre a recogerlo. Se despidió de sus tíos con un beso y un abrazo. Después se volvió hacía el hombre que le esperaba y se alejó con él. A Federico no le gustaba aquel hombre, tenía cara de malo y nunca sonreía. Siguió andando con él hasta que llegaron al puerto. Se detuvieron frente a un gran barco y el hombre le dijo: (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

4. Robin Hood

2019/9/9

08:12

Para el cuento de hoy hemos elegido la popular historia de Robin Hood, un fascinante personaje del folklore inglés famoso por ser el mejor arquero y defensor de los pobres. Hace muchos, muchos años, en un precioso bosque de Inglaterra llamado Sherwood, vivía un joven y valiente muchacho llamado Robin Hood ¿Os suena el nombre? Robin Hood era el mejor arquero de la zona. Por muy lejos que estuviese de su objetivo, siempre que apuntaba con su arco, acertaba. Corría el rumor de que era capaz de partir una manzana en dos con su flecha, tirando a 100 metros de distancia y con los ojos cerrados… Robin era amigo personal del rey de Inglaterra. Un rey bueno y valiente al que todo el mundo quería y al que llamaban Ricardo “Corazón de León”. Por aquel tiempo, el rey tuvo que salir de viaje para visitar otros países y, como iba a estar fuera de Inglaterra mucho tiempo, dejó al cargo de todo a su primo, el príncipe Juan, que a diferencia del rey, no era tan querido por la gente. Cómo todos temían, en cuanto el Rey partió de viaje, el príncipe Juan empezó a abusar de su poder. Se trataba de un príncipe egoísta y avaricioso al que sólo le importaba tener más y más dinero. Cada día el príncipe se paseaba en su lujoso carruaje, recorriendo los pueblos y obligando a todas sus gentes a pagar grandes sumas de dinero en impuestos. Disfrutaba viendo como los más pobres tenían que darle las únicas monedas que tenían Ante esa situación, y viendo el sufrimiento de la gente, Robin y su buen amigo Jhon decidieron trazar un plan para acabar con el abuso del malvado príncipe. Así, un día, ambos amigos se disfrazaron de adivinas; con largos vestidos, pelucas, y un pañuelo que tapaba parte de su cara… Era imposible reconocerlos. Durante largo rato aguardaron escondidos en el bosque, hasta que a lo lejos oyeron como se acercaba el carruaje real. En ese momento salieron al camino y obligaron al carruaje a parar. Buenos días, dijeron poniendo voz suave. - Somos adivinas y queremos leer la mano del príncipe y adivinar su futuro. El príncipe intrigado accedió y dejó que las adivinas se acercasen y tomasen su mano. Todos los guardias estaban distraídos mirando a las adivinas y fue entonces cuando los amigos de Robin se acercaron al carruaje por detrás, se metieron debajo e hicieron un agujero por el que fueron sacando todas las monedas que el príncipe había quitado a los pobres de las aldeas ese día. Cuando Robin y Jhon vieron que sus amigos ya habían sacado todas las monedas, se despidieron del príncipe y sus guardias y se adentraron en el bosque. Después, el carruaje siguió su camino sin que el príncipe o sus guardias se diesen cuenta de que les habían robado. Robin y Jhon se quitaron rápidamente los disfraces y cogieron los sacos llenos con las monedas que sus amigos habían sacado del carruaje y fueron de aldea en aldea repartiendo el dinero entre aquellos pobres granjeros que se habían quedado sin nada. A partir de ese día, Robin, Jhon y todos sus amigos empezaron a utilizar toda clase de trucos para robar las monedas de los carruajes reales y devolvérselas a los pobres. Todo el pueblo quería a Robin Hood y no se hablaba de otra cosa más que de sus hazañas. Tanto es así que su historia llegó a oídos del príncipe Juan, que estaba desesperado por saber quién estaba robando sus monedas de los carruajes. Al enterarse de lo que estaba haciendo Robin Hood con ayuda de sus amigos, decidió que acabaría con todos ellos de una vez por todas. Así que mandó a sus guardias a detener a todos aquellos que fuesen amigos o tuviesen relación con Robín Hood. En poco tiempo las cárceles del palacio estaban llenas de prisioneros pues casi todos los habitantes de las aldeas eran amigos de Robín Hood y fueron apresados. Cómo era de esperar, Robin Hood no iba a dejar a sus amigos en la estacada y de nuevo ideo un plan con Jhon para entrar en el castillo y liberarlos. Una noche, encapuchado y muy sigilosos entraron en el castillo y poco a poco fueron liberando a todos sus amigos. Sin embargo, cuando iban a salir, unos guardias les descubrieron y empezaron a dispararles. La habilidad de Robin con el arco les salvó y pudieron esconderse dentro del Castillo mientras buscaban otra salida Sin embargo, los guardias ya habían dado la voz de alarma y ahora todos los guardias les buscaban. En cuanto el príncipe Juan se entero de que Robin estaba dentro del Castillo se puso furiosos, cogió su enorme espada y salió de su habitación para buscarlo: - Yo mismo acabaré contigo Robin Hood, dijo Robin, se dio cuenta de que sería muy difícil que él y todos sus amigos escapasen con tantos guardias buscándoles. Así que decidió que él se quedaría en el Castillo distrayéndoles y mientras Jhon ayudaría a todos los amigos a escapar. Aunque preocupado por su amigo, Jhon accedió y fue a buscar una salida mientras Robin se enfrentaba a los Guardias: Estoy aquí les dijo. Inmediatamente los guardias empezaron a correr detrás de él y a dispararle. Sin embargo, Robin era mucho más rápido y mucho mejor tirando flechas. A pesar de eso, cada vez eran más los guardias que le perseguían (más de 100) y poco a poco le fueron arrinconando. De pronto, cuando Robin ya no tenía escapatoria y estaba rodeado por los guardias, apareció el príncipe Juan. Con una risa malvada desenvainó su espada y ya se dirigía hacia Robin cuando se oyó un enorme ruido. El gran portón del Castillo se había abierto y por él estaba entrando el rey Ricardo seguido de toda su guardia real. Al ver lo que estaba pasando, el rey amenazó al principe, que no pudo más que tirar su espada y rendirse. Después fue encarcelado para siempre como castigo por su horrible comportamiento. A partir de ese momento, el rey Ricardo retomó el trono y por suerte para Robin y todos los habitantes de Inglaterra todo volvió a la normalidad y la paz. Y colorín colorado este cuento encantado se ha acabado

3. La aventura del Ratoncito Pérez 1

2019/9/9

13:36

Hoy os vamos a contar un cuento alucinante creado por nosotras en Cartas Encantadas. Se trata de una increíble aventura del Ratoncito Pérez que os va a encantar. Atentos que ahí va... El RATONCITO PÉREZ estaba listo, como cada noche desde hacía muchos, muchos años, para su próxima visita. -Veamos -dijo mirando su pequeña brújula mágica -Esta noche, me toca ir a Madrid, a casa de Martín. Martín vivía con sus papás y sus dos hermanos, Diego y Juan en una casa grande con jardín a las afueras de Madrid. (...) Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

2. Ricitos de Oro

2019/9/9

08:25

Hola amiguitos, En este segundo capítulo de cuentos encantados os vamos a contar el cuento de Ricitos de oro. Seguro que os encanta. Érase una vez una niña preciosa de cabellos rizados y tan rubios, que todos le llamaban Ricitos de Oro. Todas las mañanas, Ricitos de Oro se levantaba temprano para recoger flores en el bosque y jugar entre los árboles, pero un buen día, la niña caminó tanto entre los árboles que se perdió. Agotada y triste, Ricitos de Oro llegó a una preciosa cabaña que se encontraba a los pies de un arroyo, y al descubrir que la puerta de aquella cabaña se encontraba abierta, decidió entrar. -Qué casita tan bonita! -pensó Ricitos de Oro. Una vez dentro, admiró la gran librería que presidía la estancia, en un lado había muchos libros enormes sobre animales y bosques, en el centro, vislumbró otro montón de libros de recetas, viajes y tecnología y el tercer bloque eran todos cuentos infantiles, colocados por colores, sonrió pensando que en aquella casita al menos había un niño. Descubrió una gran mesa de madera en el centro del salón y en ella, Ricitos pudo ver tres tazones de sopa recién hecha, uno grande, otro mediano y el último, el más pequeño de los tres. Olía tan bien y tenía tanta hambre que Ricitos de Oro se dispuso a beberla, comenzando por el tazón más grande de todos. “¡Huy, está demasiado caliente!” – exclamó con sorpresa la niña, y decidió probar del tazón mediano. “¡Este está muy templado!” – pensó disgustada y decidió probar la sopa del último tazón, el más pequeñito de los tres. “¡Este sí que está riquísimo y calentito!” – repitió una y otra vez con cada cucharada hasta que no dejó una sola gota de la sopa. Cuando terminó de comer, Ricitos de Oro estaba cansada y pensó que tenía muchas ganas de sentarse y descubrió frente a la chimenea tres sillas en la esquina de la sala, una grande, otra mediana y la última, la más pequeñita de las tres. Al probar la silla grande, descubrió que sus pies no tocaban el suelo, por lo que decidió sentarse en la silla mediana, pero esta también era demasiado alta para ella. Por último, se sentó en la silla más pequeñita de todas, y al sentarse con fuerza sin querer la rompió. -Ay ay ay! Gimió la niña, -qué he hecho! Estoy tan cansada que más tarde intentaré arreglarla. Ricitos de Oro necesitaba descansar porque tenía la tripa llena de aquella sopa tan rica así que decidió investigar y así llegó a una habitación muy grande y colorida donde había tres camitas; Una grande y ancha, otra mediana y alta, y una tercera bien pequeñita. Primero, se subió a la cama grande, le costó subir a aquella tan alta y tuvo miedo de caerse así que decidió bajar rápidamente porque, además, estaba demasiado dura y no le gustó. Después, se subió a la cama mediana, pero estaba demasiado blanda y tampoco le gustó. Entonces, se acostó en la camita más pequeña, la de Osito y la cama no estaba ni demasiado dura ni demasiado blanda. De hecho, ¡se sentía perfecta! Ricitos de Oro se quedó profundamente dormida. Pasadas unas horas, después de un largo paseo por el bosque, llegaron los tres Osos a su casita: Papá Oso, grande y fuerte, Mamá Osa, mediana y preciosa, y finalmente, Osito, pequeñito y saltarín. Osito traía una cesta con moras y bayas que habían recolectado durante su paseo para merendar esa tarde. Cuando se acercaron a la mesa para desayunar, Papa Oso exclamó sorprendido: “¡Alguien ha probado mi sopa!”, a lo que Mamá Osa contestó: “¡Alguien también ha probado mi sopa!”, y finalmente, Osito dijo entre sollozos: “¡Alguien se ha comido toda mi sopa!”. Tristes y preocupados porque algún extraño había entrado en su casita, los tres osos decidieron sentarse en sus sillas y pensar, cuando Papá Oso gritó furioso: “¡Alguien se ha sentado en mi silla!”, y Mamá Osa replicó: “¡Alguien también se ha sentado en mi silla!”. Sin embargo, la mayor sorpresa fue para Osito, quien no pudo contener las lágrimas cuando exclamó: “¡Alguien también se ha sentado en mi silla y la ha roto!”. Los tres osos estaban tan tristes y afligidos que decidieron acostarse un rato en sus camas para descansar y olvidar lo ocurrido. Entonces, Papá Oso tumbó su enorme cuerpo en la cama grande, pero al instante exclamó: “¡Alguien se ha acostado en mi cama!”. Mamá Osa, lo miró asustada y al acostarse en su cama mediana se apresuró a decir: “¡Alguien también se ha acostado en mi cama!”, pero la mayor sorpresa fue para Osito, quién al llegar a su camita, blandita y suave, gritó con todas sus fuerzas: “¡Alguien se ha acostado en mi camita y está aún durmiendo en ella!”. Ante tantos gritos, Ricitos de Oro se despertó asustada, y al ver a los tres osos mirándola tan enfadados se asustó tanto que salió corriendo despavorida y tanto corrió la pequeña niña que en pocos minutos atravesó el bosque y pudo por fin encontrar el camino de regreso a casa. Y nunca volvió a pasear por aquella zona del bosque, por miedo a encontrarse a los tres osos que tan enfadados parecían. Aunque siempre recuerda su casita y aquella sopa tan rica que se tomó. Y colorín colorado, este cuento encantado se ha acabado.

1. El enano saltarín

2019/9/9

13:23

Este es el primer episodio de este podcast Cuentos encantados. Para empezar hemos elegido el cuento del "Enano saltarín". Un cuento tradicional de los hermanos Grim que seguro conoceréis pero que a vuestros hijos les encantará escuchar. Hace mucho tiempo, existió un rey al que le gustaba mucho dar largos paseos por el bosque. Un buen día, y cansado de tanto cabalgar, el joven rey llegó a una humilde casita entre los árboles. En aquel lugar, vivía un molinero con su hija; una joven muy bella y amable. El rey, al conocer a la joven quedo admirado por su belleza y dulzura. El molinero, que estaba muy impresionado por la visita del Rey a su casa y al ver el interés que tenía su majestad por su hija, se puso nervioso y mintió para darse importancia: Mi hija no sólo es bonita, sino que además tiene un don especial. Intrigado, el Rey le pidió que le contase cuál era ese don y el molinero le explicó que su hija era capaz de convertir la paja en oro al hilarla con una rueca. El rey, francamente contento con dicha cualidad de la muchacha, no lo dudó un instante y la llevó con él a su palacio.  Al llegar al enorme castillo, el monarca condujo a la joven doncella hacia una habitación donde se encontraba una rueca rodeada de paja. “Mañana por la mañana vendré a ver si es verdad que puedes convertir todo esto en oro. Si me engañas, tú y tu padre sufriréis las consecuencias por haberme mentido”. Al no saber qué hacer, la pobre muchacha se desplomó en el suelo y se puso a llorar hasta la llegada de la noche. Entonces, cuando dieron exactamente las doce en el reloj, apareció por una de las ventanas, un enano estrafalario y con una gran nariz que prometió ayudarla. “Si me regalas tu collar, convertiré toda esta paja en oro” – dijo el enano con una voz suave, y sin pensarlo dos veces, la hermosa joven le entregó su collar. Al tener recibir el precioso regalo, el enano se dispuso a hilar la rueca con toda la paja de la habitación. A la mañana siguiente, el rey abrió la puerta y quedó boquiabierto de ver que, efectivamente, toda la paja había sido convertida en oro. El Rey estaba maravillado. Efectivamente la muchacha no sólo era buena y bella, sino que además tenía un poderoso don. Al ver lo que era capaz de hacer la joven, el Rey se vió cegado por la ambición y quiso más oro todavía. Así que llevó a la doncella a otra habitación mucho más grande que la anterior. En ella había enormes bultos de paja que llegaban hasta el techo. “Ahora debes hacer lo mismo en esta habitación. Si no lo haces, pensaré que me has engañado y tú y tu padre seréis acusados por traición. La chica volvía a estar en la misma situación que el día anterior. Ella no sabía convertir la paja en oro y de nuevo se tumbó en el suelo a llorar desconsoladamente. A las doce en punto de la noche, apareció nuevamente el enano narizón que la había ayudado la noche anterior. “Si me das ese anillo que brilla en tus dedos, te ayudaré a convertir toda esta paja en oro”, le dijo la criatura a la muchacha, y ella no dudo un segundo en entregarle el anillo. El enano una noche más volvió a convertir toda la paja de la habitación en oro. Para sorpresa del rey, cuando regresó a la mañana siguiente, la habitación se encontraba repleta de hilos de oro. El Rey, que ya estaba convencido decidió casarse con la muchacha. Sin embargo, antes de la boda le pidió que por última vez volviese a convertir la paja de una gran establo en oro. Tan triste se puso aquella joven, que no tuvo más remedio que echarse a llorar durante toda la noche. Como era costumbre, el enano narizón apareció a media noche y acercándose lentamente a la muchacha le dijo: “No llores más, hermosa. Te ayudaré con el rey, pero deberás entregarme algo a cambio”. “No tengo más joyas que darte”, exclamó la muchacha con pesadumbre, pero el enano le pidió entonces una cosa mucho más importante: “Ya que no tienes ninguna joya para ofrecerme ahora, te pido que cuando te cases con el Rey y tengas tu primer hijo me lo entregues sin dudar ¿Aceptas?”. La muchacha quedó horrorizada con ese propuesta de aquel terrible enano. Sin embargo no tenía elección. Si no conseguía convertir la paja en oro, el Rey pensaría que era una mentirosa y la metería en prisión; a ella y a su padre. Así, que entre lágrimas aceptó. A la mañana siguiente, el rey apareció como de costumbre, y al ver que la joven no mentía y él era más rico aún gracias ella, ordenó a sus súbditos que preparan un banquete de bodas gigante para casarse de inmediato. El tiempo pasó y la muchacha se había convertido en reina, vivía feliz en el Palacio y estaba a punto de tener un bebé. Con el tiempo, la muchacha había olvidado por completo la promesa que le había hecho al enano narizón. A los pocos días de nacer el bebé, el horrible enano apareció una noche en la ventana de su habitación. “He venido a llevarme lo prometido. Entrégame a tu hijo como acordamos”, susurró el enano entre risas. “Por favor, no te lleves lo que más amo en este mundo”, suplicó la reina arrodillada, “te daré todo lo que desees, montañas de oro, mares de plata, todo porque dejes a mi hijo en paz”. Pero el enano no se dejó convencer. Sin embargo, tanto insistió y rogó la muchacha que finalmente el enano le dijo: “Sólo hay un modo de que puedas romper la promesa, y es adivinando como me llamo. Juan, Pedro, Daniel, Alfonso…. La reina empezó a decir todos los nombres que se le ocurrían pero el enano negaba con la cabeza mientras reía con risa malvada. “No lo adivinarás”le dijo “Dentro de 3 días volveré a por el bebé. Si para entonces no sabes cómo me llamó me lo llevaré y nunca más lo volverás a ver” La reina, desesperada, decidió averiguar por todos los medios el nombre de aquel horrible duende, por lo que mandó a sus guardias a todos los rincones del mundo y les ordenó que no volvieran si no traían una respuesta. Tras dos días y dos noches, apareció uno de los guardias, contando la historia de un enano que había visto caminando por el bosque, mientras cantaba lo siguiente: “Soy un duende maldito, No encontrarán a nadie más listo que yo. Mañana me llevaré al niño Y el nombre de Enano saltarín, jamás adivinarán” Gracias a esa historia pudo saber la reina el nombre del enano narizón, y cuando apareció en la noche del tercer día le dijo: “Tu nombre es Enano saltarín”. El enano no podía creer que la reina lo hubiese acertado y se puso a dar saltos enfurecidos por toda la habitación. Tanto fue su enfado, que saltando y saltando llegó al borde del balcón y se cayó en el foso del castillo, y quedó atrapado allí para siempre.

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